Huele a canela, pero probablemente sea veneno. Foto: Netflix

Corría el año 1990. Cada domingo a medianoche, el arriba firmante saltaba silenciosamente de la cama y se escabullía por el pasillo a oscuras para acudir a su cita semanal con el terror y la ciencia ficción. El programa se llamaba Noche de Lobos, y obviamente no tenía edad para ver nada de lo que emitían.

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No sabría decir la cantidad de películas maravillosamente horribles que vi, acurrucado bajo una manta y completamente aterrorizado, mientras mi madre dormía. Noche de Lobos era un espacio nocturno especializado en cine de terror. Gracias a él vi joyas como Pesadilla Elm Street, El Experimento Philadelphia, Re-Animator, Evil Dead, Scanners, Critters o Phantasma. La lista es interminable.

También tuve el placer de probar las delirantes obras de Dario Argento, y me tragué muchísimo cine terriblemente malo pero entrañable como las películas españolas con Paul Naschy, nuestro hombre-lobo favorito. Puedo decir, sin lugar a dudas, que el programa presentado por el siniestro Joan Lluis Goas ayudó a modelar mis gustos sobre cine, y me enseñó muchas de las cosas que ahora se sobre este arte. Probablemente también me dejó un poco tarado, pero no me arrepiento de nada.

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Han pasado muchos años, y las cadenas generalistas hace tiempo que dejaron de emitir cine en condiciones. Por fortuna, ahora tenemos muchos servicios online en los que satisfacer nuestro ansia por el cine bueno y malo. Mi intención en este artículo es precisamente llamar la atención sobre uno de estos servicios: Netflix.

Gracias por hacer tan mal cine, Netflix

Netflix estå haciendo algo que para mi tiene un mérito muy especial. Se estå atreviendo a producir sus propias películas (en realidad lleva años haciéndolo, pero es ahora cuåndo realmente le estå empezando a rentar). En su catålogo de Originals hay de todo, pero me quiero ceñir exclusivamente a sus largometrajes de ciencia-ficción, fantasía y terror.

Lo primero que vi de ese catålogo fue Spectral y... ¥buf! Buenas intenciones con un resultado bastante mediocre. Tras Spectral, Netflix nos ha regalado truños monumentales como Bright o The Cloverfield Paradox (que no es producción propia, sino un desastre comprado en rebajas a Paramount). También hemos visto producciones discutibles (unos las aman, otros no tanto) como Mute, iBoy y Okja.

Pero quien persevera, triunfa, y Netflix estĂĄ empezando a dar en la diana con pelĂ­culas de terror y ciencia-ficciĂłn que merece mucho la pena ver. The Ritual es una pequeña joya maravillosa. Annihilation es un peliculĂłn fascinante que mejora cada vez que lo ves. Les AffamĂ©s, una pelĂ­cula canadiense de zombies, no es producciĂłn propia de Netflix pero estĂĄ en la plataforma y es de lo mejor sobre muertos vivientes e infectados varios que he visto Ășltimamente. Ahora llega The Titan, una nueva producciĂłn propia de ciencia ficciĂłn espacial protagonizada por Sam Worthington. Si nos atenemos al trĂĄiler (abajo), la pelĂ­cula luce interesante.

Poco a poco, Netflix no solo estå dando la oportunidad a cineastas y actores fuera del circuito de superestrellas, también compra cine a mansalva. Para la compañía es un negocio redondo. Es cierto, pero al menos es un negocio que ayuda a obras que no tienen cabida en los circuitos convencionales.

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Después de casi treinta años he encontrado mi nueva Noche de Lobos, y lo mejor es que ya no tengo que levantarme de la cama a escondidas. No importa que algunas película sean muy malas. Es necesario ver películas de mierda para poder apreciar las buenas. Por todas, gracias, Netflix.