Las detecciones han servido para estimar que este tipo de fusiones son mucho más frecuentes de lo que creíamos y de hecho suceden alrededor de una vez al mes en un radio de mil millones de años luz de nuestro planeta. La próxima ronda de observaciones de LIGO y VIRGO, que tendrá lugar este verano, tiene como objetivo encontrar más fusiones así como tratar de detectar ondas gravitacionales más débiles provenientes de otras fuentes como supernovas o estrellas de neutrones rotando rápidamente. Esta última observación ayudaría mucho a entender la naturaleza interna de estas estrellas extremas.