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La NASA comienza a desentrañar algunos de los secretos del asteroide Bennu antes de aterrizar sobre él

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Una de las fotografías tomadas por la sonda OSIRIS-REx de la NASA.
Una de las fotografías tomadas por la sonda OSIRIS-REx de la NASA.
Imagen: NASA/Goddard/University of Arizona/Lockheed Martin

El el 8 de septiembre de 2016 partió de la Tierra la sonda OSIRIS-REx de la NASA con una misión: estudiar el asteroide Bennu. Desde que comenzó a orbitar a su alrededor, hemos tenido la oportunidad de ver este diminuto asteroide más cerca que a ningún otro y nuevas preguntas han ido surgiendo desde entonces. Aunque todo vaya como es debido, todavía faltará mucho hasta que la nave regrese a la Tierra con muestras del asteroide, pero los científicos ya han empezado a desentrañar algunos de sus secretos, que fueron publicados en diversos estudios ayer en las revistas Science y Science Advance.

“En conjunto, estos documentos nos ayudan a rellenar más huecos sobre la historia de Bennu y nos permiten anticipar lo que nos enseñarán las muestras recogidas”, dice Hannah Kaplan, científica espacial del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.

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Este asteroide de 500 metros de diámetro y 4.500 millones de años de antigüedad podría ayudarnos a comprender más cosas sobre el origen de nuestro sistema solar y de su evolución.

Uno de los descubrimientos más interesantes ha sido la presencia de venas brillantes sobre las rocas de la superficie de Bennu, que parece un signo claro de la existencia de minerales carbonatados, como explican dos de los estudios publicados en Science. Esto indica que hubo agua fluyendo por el asteroide del que se desprendió Bennu hace miles de millones de años durante las fases tempranas del Sistema Solar y podría albergar más pistas sobre la existencia de vida en este tipo de cuerpos.

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Mapa donde se puede ver las zonas ricas en materiales carbonatados sobre la superficie de Bennu.
Mapa donde se puede ver las zonas ricas en materiales carbonatados sobre la superficie de Bennu.
Imagen: Simon et al, Science (2020

Otro de los estudios también ha servido para averiguar más cosas sobre el asteroide del que surgió Bennu. Analizando las variaciones en el color y la reflectancia de su superficie los científicos se han dado cuenta de que hay algo diferente en Bennu que no habían podido observar anteriormente en otros cuerpos celestes.

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“En la superficie de la Luna y en muchos asteroides, hemos observado que la meteorización espacial oscurece y tiñe de color rojo las superficies”, explica Daniella DellaGiustina, científica encargada del procesamiento de imágenes de Osiris-rex. “En Bennu, sin embargo, ocurre lo contrario: vemos que con el tiempo Bennu se ha vuelto más brillante y más azul en respuesta a la meteorización espacial”.

Los investigadores también han analizado los tipos de roca que se encuentran sobre el asteroide y su densidad. También trabajan para analizar minuciosamente el rumbo del asteroide, cuya órbita se cruzará con la de nuestro planeta y dado que existe una remota posibilidad de que colisionen entre sí.

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La parte más complicada de la misión es la que aun está por llegar, que será cuando la sonda trate de aterrizar sobre la superficie del asteroide para recolectar muestras. En dos semanas, la sonda descienda cerca del cráter Nightingale para recoger rocas de su superficie y posteriormente partirá hacia la Tierra, donde se espera que aterrice con éxito en el año 2023.

[vía CNET, New Scientist]