
La NASA ha otorgado contratos lucrativos a tres compañías estadounidenses, Blue Origin, Nanoracks y Northrop Grumman, para desarrollar conceptos de estaciones espaciales que sirvan a los intereses públicos y privados en el espacio.
Con la expectativa de que la Estación Espacial Internacional (EEI) de 23 años no dure más allá de la década de 2020, la NASA está recurriendo al sector privado en busca de ayuda. El 2 de diciembre, la NASA asignó 415,6 millones de dólares para un trío de Acuerdos de la ley espacial (Space Act Agreements) como parte de su programa de destinos comerciales de órbita terrestre baja. Los fondos se distribuirán de manera bastante uniforme (a diferencia de los contratos anteriores), con Blue Origin recibiendo 130 millones de dólares, Nanoracks obteniendo 160 millones de dólares y Northrop Grumman 125,6 millones de dólares. Los tres fueron seleccionados de 11 ofertas enviadas a la NASA en agosto pasado, reporta SpaceNews.
Estas empresas, en conjunto con la NASA, conceptualizarán y diseñarán estaciones espaciales y “otros destinos comerciales en el espacio”, según la NASA. Esto representa la primera de las dos etapas del proyecto, que se espera que finalice en 2025. Para la segunda fase, la NASA certificará sus soluciones favoritas para el uso de los miembros de la tripulación de la agencia espacial, y comprará un conjunto inicial de servicios.
La agencia espacial de Estados Unidos busca orquestar una transición sin problemas de la EEI, financiada con fondos públicos, a soluciones privadas y “permitir una economía comercial sólida liderada por Estados Unidos en la órbita terrestre baja”. Es importante destacar que las futuras estaciones espaciales deberán servir tanto a los intereses públicos como a los privados en el espacio.

“Con empresas privadas y comerciales que ahora proporcionan transporte a la órbita terrestre baja, nos estamos asociando con empresas estadounidenses para desarrollar los destinos espaciales donde las personas pueden visitar, vivir y trabajar, lo que permite a la NASA seguir forjando un camino en el espacio en beneficio de la humanidad, al mismo tiempo que se fomenta la actividad comercial en el espacio”, dijo el administrador de la NASA, Bill Nelson, en un comunicado.
La órbita terrestre baja presenta un entorno extraordinario para la experimentación científica y es un trampolín hacia una mayor exploración del espacio, incluyendo los viajes a la Luna y a Marte. Las estaciones espaciales son lugares ideales para entrenar a los astronautas y para probar nuevas tecnologías, como por ejemplo, para las próximas misiones de Artemis a la Luna (el próximo traje espacial lunar de la NASA se probará en la EEI). La NASA dice que sus necesidades futuras en la órbita terrestre baja “requerirán alojamiento y entrenamiento continuo para al menos dos miembros de la tripulación” y un laboratorio orbital para realizar alrededor de 200 experimentos cada año para “apoyar la investigación humana, demostraciones de tecnología, ciencias biológicas y físicas”.
Por su parte, Blue Origin promoverá su concepto Orbital Reef, un “parque empresarial de uso mixto” que se espera albergue hasta 10 astronautas. La compañía dirigida por Jeff Bezos se está asociando con Sierra Space, Boeing, Redwire Space, Genesis Engineering y la Universidad Estatal de Arizona, Estados Unidos, para su desarrollo. Los clientes de la estación incluirán “fabricación, turismo espacial, productos farmacéuticos y cualquier empresa que pueda ver los beneficios de estar en gravedad cero”, como dijo un portavoz de Sierra Space a Gizmodo en octubre. Orbital Reef podría alcanzar la órbita terrestre baja en algún momento entre 2025 y 2030.

Nanoracks, en asociación con Voyager Space y Lockheed Martin, está trabajando en Starlab, una “estación espacial comercial con tripulación continua dedicada a realizar investigaciones avanzadas, fomentar la actividad industrial comercial y garantizar la presencia continua y el liderazgo de Estados Unidos en la órbita terrestre baja”, según la NASA. El diseño de Starlab requiere laboratorios dedicados a la investigación de biología, plantas, ciencia y materiales, y un área de trabajo abierta. Está destinada a albergar a cuatro astronautas, pero se puede ampliar con el tiempo. Se espera el lanzamiento de Starlab en alrededor de 2027.
La plataforma sin nombre de Northrop Grumman aprovechará el trabajo anterior de la compañía en su nave espacial Cygnus. Múltiples estaciones de acoplamiento permitirán una expansión futura, como hábitats adicionales para la tripulación, laboratorios, esclusas de aire e incluso instalaciones capaces de crear gravedad artificial. Dynetics ayudará con este proyecto.
El momento de estos contratos es interesante. Un informe de la Oficina del Inspector General de la NASA de principios de diciembre advirtió sobre una brecha entre el final de la EEI y el inicio de las soluciones comerciales. El informe afirmó que, “incluso si se logra un diseño maduro en 2025, algo que de por sí es desafiante, es probable que una plataforma comercial no esté lista hasta mucho después de 2030”, añadiendo que el “marco de tiempo actual de la NASA para diseñar y construir una plataforma de destino calificada y apta para humanos no es realista”.
Estas alarmantes predicciones sugieren que la NASA esperó demasiado para adjudicar estos contratos y que una presencia estadounidense continua en el espacio podría estar en peligro a finales de esta década. Para complicar las cosas, no se garantiza la financiación suficiente del Congreso para el programa de destinos comerciales de órbita terrestre baja. Con suerte, la NASA y sus socios privados están preparados para el desafío que les espera durante los próximos años.