
El nuevo Motorola Razr ya está aquí. Uno de los teléfonos más conocidos de mediados de la década del 2000 ha regresado como un smartphone plegable que permite hacer aún más portátil un dispositivo de poco más de 6 pulgadas. Su diseño es nostálgico y visualmente atractivo. ¿Pero eso es suficiente?
La primera impresión que me llevé al poner mis manos sobre el Razr es que se siente mucho mejor de lo que imaginaba. Es un teléfono que sorprende, algo que hace mucha falta en un mundo en el que básicamente todos los smartphones son un rectángulo aburrido de color negro. El Razr se aprovecha de la nostalgia que muchos sentimos al recordar cómo era ese mundo en el que apenas podíamos llamar, enviar mensajes de texto y navegar en internet de la forma más básica en el teléfono. Es imposible no emocionarse, sin embargo, no dejo de tener dudas tras haber probado el nuevo Razr por un par de horas.

Cuando digo que el Motorola Razr es el primer smartphone plegable que tiene sentido, me refiero a su formato. Y es que aunque cada vez hay más fabricantes experimentando con teléfonos plegables, hasta ahora casi todos consistían en terminales gruesos con pantallas de tamaño medio (entre 4 y 5 pulgadas) y proporciones extrañas que, al abrirse, se transforman en una especie de dispositivo que intenta ser una tablet pero en realidad no lo es. El ejemplo más obvio es el Galaxy Fold de Samsung, que al abrirse revela una pantalla extrañamente cuadrada de unas 7 pulgadas (lo que supondría una tablet muy pequeña) a la que se le forma un hundimiento al medio, justo donde se dobla el teléfono.
El formato del Razr, en cambio, consiste en un teléfono de tamaño “normal” (6,2 pulgadas) que al cerrarlo se transforma en un dispositivo mucho más portátil, de esos que casi ni se notan en el bolsillo, como en los viejos tiempos.
La pantalla externa del Razr tiene unas 2,7 pulgadas y permite realizar algunas funciones básicas como revisar las notificaciones, controlar el reproductor multimedia (también Spotify), leer correos y responder mensajes, eso sí, usando mensajes predeterminados que puedes configurar en la aplicación. Dicho de otro modo, no puedes escribir directamente sobre esta pantalla.
Me gustaría poder hacer más cosas desde la pantalla externa, aunque Motorola dice que en el futuro añadirán más funciones, lo que espero que se traduzca en que sea menos necesario abrir el teléfono, si así lo deseas. Eso sí, el Razr cuenta con una función que hace que puedas retomar lo que estabas haciendo en la pantalla externa directamente en la interna, lo que significa que si tomaste una foto con el teléfono cerrado y quieres editar o compartir la foto, solo hace falta que abras el teléfono para que accedas directamente a la app de cámara y galería en la pantalla interna o principal.
Porque, efectivamente, se pueden tomar fotos usando la pantalla externa. De hecho, la ventaja de tomar selfies de este modo es que aprovechas la cámara principal del Razr.
El Razr no es el teléfono con la mejor cámara, pero eso no significa que tome malas fotos, o al menos eso parece tras apenas poco más de dos horas con él. Cuenta con una única cámara de 16MP y apertura f/1.7 que, durante mi breve encuentro con el smartphone, pude comprobar que se desenvuelve de manera aceptable en condiciones de luz artificial, aprovechando el software de procesamiento del teléfono. No obstante, me falta probar mucho más la cámara en todo tipo de condiciones de luz para tener un veredicto. La cámara interna (cuando el teléfono está abierto) es de 5 MP y f/2.0 lo cual no está mal para realizar videollamadas. Sin embargo, nadie querrá tomar selfies con esa cámara, sino con la principal usando el teléfono cerrado.
Mi experiencia en este modo de tomar selfies resultó en algunas buenas fotos, sin embargo, dado que utiliza los botones físicos (de volumen) para tomar la foto, si mueves más de lo debido la mano al presionarlo podría salir un poco movida la foto.
La pantalla principal del Razr luce realmente bien sin importar el ángulo del que la veas, lo cual más que ser una buena noticia, demuestra que las pantallas de tipo P–OLED plegables no necesariamente pierden calidad de imagen. Por otro lado, debajo de la pantalla se pueden sentir algunas protuberancias o bultos, en especial en la parte donde se encuentra la bisagra, pero Motorola ya había advertido que es normal, y tampoco es que me haya molestado. Solo lo notas cuando deslizas el dedo a lo largo de toda la pantalla, justamente con la intención de sentirlo.
Hablemos de la bisagra del Razr
La joya de la corona del teléfono plegable de Motorola es su bisagra. En general, y como mencioné al comienzo de estas líneas, el teléfono se siente bien en la mano. De hecho, se siente sólido y robusto, mucho más de lo que imaginé que se sentiría. Después de todo, hablamos de un teléfono con una pantalla que se dobla a la mitad cuando cerramos su “tapa”. Esta tecnología parece estar de moda entre los fabricantes, pero eso no significa que esté lo suficientemente madura como para ser 100% fiable.

En el caso del Razr, la bisagra se siente tan sólida que me dio cierta confianza. Pasé mucho rato viendo cómo funcionaba, analizando cómo abría y cómo cerraba, los movimientos que hacían las partes visibles de la bisagra y la pantalla como tal. Una de las cosas que más me sorprendió y gustó es que cuando el teléfono está abierto no se nota el pliegue, no deja marcas ni un “camino” hundido en la mitad del panel.
Durante mis pruebas también pude ver que la parte de la pantalla que coincide con el pliegue se esconde o se dobla hacia adentro a medida que el teléfono se va cerrando (como se puede apreciar en uno de los GIFs a continuación). Esto podría evitar que entre polvo o partículas de suciedad debajo del panel, pero extrañamente, durante las pruebas de otros al Razr (como ese YouTuber destructivo) pude ver que en sus teléfonos esa parte de la pantalla se levanta ligeramente, no se esconde, lo que me deja con la duda de si el Razr que tuve en mis manos es el que lo hacía como se supone lo debe hacer, o no.
Y es justa esa mi mayor duda con el Razr, la misma que tengo con todos los smartphones plegables en la actualidad. Aunque mis primeras impresiones con el Razr son buenas, no he dejado de preguntarme... ¿cuánto durará en este estado? Solo el tiempo lo dirá, porque la bisagra se ve resistente, sí, pero el peor enemigo de estas pantallas es el sucio. Ya vimos lo dañino que puede ser el polvo para las pantallas plegables en la primera versión del Galaxy Fold.
Motorola promete que tanto la bisagra como el diseño del teléfono no deja espacio suficiente para el acceso de tierra o suciedad a la parte interna del teléfono. Hasta ahora, el teléfono me ha dejado con la sensación de que podría ser cierto, pero debido a lo nueva de esta tecnología, siento que el Razr es uno de esos dispositivos que necesitan ser sometidos a más de un análisis: uno cuando recién lo tenemos en nuestras manos, y otro al paso de varios meses para comprobar cuándo ha resistido haber sido abierto y cerrado miles de veces, e incontables viajes en bolsillos mugrosos.
Sin embargo, no tengo ninguna duda de que el teléfono me ha emocionado, el volver a sentir en mis manos algo distinto a un simple rectángulo de color negro como tantos otros en el mercado. Quizás esa es la magia de los smartphones plegables, el volver a experimentar y ver llegar teléfonos distintos y diferentes otra vez.
Eso, además de la sensación de placer que da colgar una llamada cerrando la tapa del teléfono, como en los viejos tiempos.