Las teorías cosmológicas actuales dan por hecho que el centro de la Vía Láctea lo ocupa un agujero negro supermasivo llamado Sagitarius A*. La cuestión es que nunca lo hemos podido observar directamente porque el centro de nuestra galaxia es un lugar particularmente turbulento. ¿Y si en realidad es otra cosa?
Sagitarius A+ en realidad designa a una potente fuente de radio que se ha captado mediante interferometría de base muy larga. Las observaciones de las estrellas más próximas a esa región como S2 han permitido calcular la masa y límites exteriores de ese objeto (mide alrededor de 60 millones de kilómetros de diámetro) y confirmar que es supermasivo pero las nubes de polvo y gas impiden una observación directa.
Los únicos objetos que conocemos hasta la fecha capaces de alcanzar ese tamaño y masa son los agujeros negros, pero ¿y si lo que hay en el centro de nuestra galaxia y de otras galaxias es algo que no hemos visto nunca? Un estudio recién publicado en MNRAS Letters ha analizado las órbitas y velocidades de los objetos más cercanos a Sagitarius A* para llegar a una interesante conclusión: Lo que hay en el centro de nuestra galaxia no es un agujero negro, sino un núcleo de materia oscura.
¿Qué demonios es un núcleo de materia oscura? La respuesta es complicada porque ni siquiera sabemos lo que es la materia oscura en primer lugar. Simplemente se trata de materia que escapa a nuestra capacidad tecnológica de detección, pero es abundante. Se calcula que compone el 80% de la materia del universo y si la conocemos y la hemos bautizado es porque su presencia ayuda a explicar fenómenos gravitacionales que no tienen ninguna otra explicación, como estrellas que rotan más rápido de lo que debieran en atención a su masa.

Volvamos al centro de nuestra galaxia. Los análisis de la estrella S2 coincidían con la presencia de un agujero negro supermasivo, pero entonces, en 2019, ese supuesto agujero se tragó algo tan raro que tuvimos que ponerle un nombre nuevo: objetos G.
En mayo de ese año, sendas emisiones de rayos X con origen en Sagitarius A+ revelaron que el supuesto agujero negro que hay allí había devorado dos objetos. El problema es que esos objetos se estiraron al llegar al supuesto horizonte de sucesos del agujero negro para después escapar y volver a concentrarse en una forma compacta. Además, el movimiento de estos objetos reveló que sufrió cierta resistencia o fricción al acercarse a Sagitarius A*, lo que no concuerda en absoluto con un agujero negro.
Intrigados, un equipo de astrofísicos dirigidos del Centro de Astrofísica Relativista de Italia dirigidos por Eduar Antonio Becerra-Vergara comenzaron a estudiar otras 17 estrellas S que pululan en esa región. Sus cálculos revelaron que las velocidades y órbitas de esas estrellas tampoco concuerdan del todo con la presencia de un agujero negro, pero sí con la de una acumulación supermasiva de materia oscura cuyo borde es difuso.
Semejante acumulación o núcleo de materia oscura tiene tanto tirón gravitatorio que acumula materia como lo haría un agujero negro, pero su masa no es lo bastante grande como para colapsar en una de esas singularidades. La hipótesis del nuevo estudio es precisamente que los núcleos de materia oscura son precisamente lo que da origen a los agujeros negros supermasivos cuando alcanzan una determinada masa crítica. La teoría no solo explicaría las diferencias en el comportamiento de los núcleos de diferentes galaxias, sino la misma formación de los agujeros negros supermasivos, algo que hasta ahora seguía siendo un misterio. [Arxiv vía Science Alert]