“Aquí viene. Oh, Dios mío. Ahí viene la sombra. ¡Pero mírala! ¡Ahí está la corona! ¡Anillo de diamantes! ¡La totalidad!” Es imposible no contagiarse un poco de alegría de la persona que graba este vídeo, el astrónomo Joe Rao del Museo Americano de Historia Natural. Una docena de aficionados vieron el último eclipse desde un avión comercial.
Fue un momento eufórico. Hace más de un año, Rae descubrió que el vuelo 870 de Alaska Airlines (que hace el trayecto entre Anchorage y Honolulu) cruzaría la trayectoria del próximo eclipse total de Sol. Pero había un problema: el avión llegaría temprano al espectáculo por unos 25 minutos. Entonces llamó a la aerolínea para pedir que lo retrasaran. Y Alaska Airlines aceptó.
Así se veía el eclipse desde una de las ventanillas del avión:
Dan McGlaun, uno de los asistentes, llevó gafas especiales para que todos los pasajeros pudieran mirar al sol sin dañarse la vista. Para Craig Small, un astrónomo a punto de jubilarse, fue el trigésimo primer eclipse de su vida.
“No me gustan las hipérboles, pero no sólo ves un eclipse, lo experimentas con cada fibra de tu ser” cuenta Craig. “Es el evento más espectacular de la naturaleza del que cualquier persona puede ser testigo”. El vídeo de Joe Rao da fe ello. Puedes leer la historia completa en el blog de Alaska Airlines.
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