Hay pocas cosas peores que ver como el pasajero de delante en el aviĂłn reclina su asiento a tope y reduce aĂşn más el poco espacio que tenĂas. Dos expertos en leyes han estudiado el tema desde el punto de vista econĂłmico y han llegado a una conclusiĂłn interesante: lo hacemos porque es grátis.
ÂżQuiĂ©n tiene más derecho sobre el espacio? ÂżEl pasajero que reclina su asiento, o el que sufre la falta de espacio detrás de Ă©l? Parece una pregunta trivial, pero esos 10 centĂmetros de diferencia (sĂ, solo son 10) son motivo de no pocas malas caras y hasta algĂşn incidente ocasional.
SegĂşn Ronald Coase, premio Nobel de economĂa en 1991, el espacio entre los asientos se puede considerar un bien escaso y, por tanto, no importa quiĂ©n haya sido el primero en ocuparlo. Desde el punto de vista econĂłmico, ese espacio pertenece a quiĂ©n más lo valore. Ahora bien, ÂżQuiĂ©n valora más esos 10 centĂmetros? ÂżEl que se reclina o el que sufre las consecuencias?
Para tratar de dilucidar el caso, Christopher Buccafusco y Christopher Jon Sprigman realizaron una sencilla encuesta consistente en preguntar a un grupo de personas quĂ© cantidad mĂnima de dinero están dispuestas a pagar o a recibir para renunciar a su derecho a reclinar el asiento en un hipotĂ©tico vuelo de seis horas de duraciĂłn.
Advertisement

En otras palabras, preguntaron a la persona que reclina su asiento cuál es su precio por no reclinarlo, y a la persona de atrás cuánto estarĂa dispuesto a pagar para que el otro no lo recline. AquĂ encontramos la primera diferencia. Los reclinadores estarĂan dispuestos a dejar de hacerlo por una media de 41 dĂłlares. Sin embargo, sus vĂctimas solo están dispuestas a pagar 18 dĂłlares de media.
Si nos atenemos solo a esto, el derecho sobre el espacio pertenece a los que reclinan su asiento porque lo valoran mucho más, pero ahĂ es donde llega la segunda pregunta. ÂżCuánto estarĂas dispuesto a pagar para tener derecho a reclinar el asiento?
Advertisement
Cuando le das la vuelta a la transacción, la cosa cambia completamente. Los que reclinan el asiento no están dispuestos a pagar más de 12 dólares de media. Sin embargo, los que ceden el espacio no están dispuestos a hacerlo por menos de 39 dólares. En este segundo caso, el espacio pertenece al que va en el asiento de atrás. El profesor de conducta económica Daniel Kahneman explica asà esta discrepancia:
La gente generalmente no está dispuesta a ceder las cosas que ya tienen o creen que tienen. Cuando les das algo por defecto, aunque sea algo tan trivial como un lápiz, las personas no están dispuestas a dejarlo ir. Como consecuencia, la cantidad de dinero que están dispuestas a aceptar para renunciar a ello siempre es mayor que la cantidad que están dispuestos a pagar para comprarlo.
Advertisement
El hecho de que sea un servicio que las aerolĂneas incluyen por defecto da, en principio, la razĂłn a los que reclinan el asiento, pero eso no quita que tengan al menos la cortesĂa de no hacerlo durante los almuerzos, o de pedir permiso educadamente a la persona que tienen detrás.
La cuestiĂłn que queda clara es que esos 10 centĂmetros tiene un valor econĂłmico. Las aerolĂneas ya cobran a los pasajeros por disfrutar de asientos con más espacio para las piernas. Es solo una cuestiĂłn de tiempo que encuentren una forma de monetizar los asientos reclinables. Quizá entonces no haya tantos pasajeros dispuestos a disfrutar de ese servicio. [vĂa Slate]