Hay muchos animales capaces de lanzar objetos, pero generalmente lo hacen a criaturas de distinta especie. Los pulpos no. Un nuevo estudio ha descubierto que las hembras de pulpo acostumbran a lanzar piedras a otros pulpos, generalmente machos, cuando se ponen demasiado pesados.
El verbo lanzar probablemente no es el más correcto aquí porque arrojar un objeto bajo el agua con la suficiente velocidad es difícil incluso para el más fuerte de los pulpos. Para proyectar su metralla disuasoria, las hembras de pulpo usan una ingeniosa técnica consistente en sujetar y mover diferentes objetos con los tentáculos para después soplarlos con fuerza usando el mismo sifón que utilizan para propulsarse.
Las primeras observaciones de puipos tirándose piedras, conchas y otros objetos se remontan a la costa australiana en 2015. Para estudiar más en profundidad este curioso comportamiento, un equipo de investigadores dirigido por Peter Godfrey-Smith se desplazó hasta una zona de la costa este australiana donde la concentración de pulpos de Sidney (Octopus tetricus) es tan elevada que le ha valido el apodo de Octópolis.
Los investigadores repartieron cámaras GoPro por el fondo marino donde viven los pulpos y se dedicaron a grabar la vida cotidiana de estos cefalópodos. Con ellas registraron un centenar de ocasiones en las que las hembras arrojan objetos y llegaron a varias interesantes conclusiones. La primera es que, cuando estén solas, las hembras solo usan esta técnica para mover objetos fuera de su guarida. En otras 55 ocasiones, sin embargo, las nubes de metralla iban dirigidas a otros pulpos, generalmente machos, que se acercaban demasiado. U Un tercio de estas salvas da en el blanco, pero los pulpos objeto de estos ataques no devuelven las agresiones y en todo caso intentan cubrirse o esquivarlas, normalmente con poco éxito.
Una de las hembras fue grabada tirándole piedras a un macho en diez ocasiones durante un período de tres horas y 40 minutos. Llegó a alcanzarle cinco veces antes de que este renunciara a su idea de aparearse. Las pedradas cubren una distancia considerable, pero no son peligrosas para la vida del pulpo que las recibe, aunque desde luego no parecen agradables.
Lo que los investigadores no saben con certeza es qué objetivo tiene ese curioso comportamiento. De hecho, y aunque las nubes de piedrecillas y conchas dan muchas veces en el blanco no está claro si el objetivo de las hembras es acertar al macho o solamente son una expresión de frustración particularmente violenta. Lo que está claro es que juegan un rol social y que los pulpos ya han entrado con honores en la lista de animales que arrojan cosas cuando se sienten molestos. [bioRxiv vía Science Alert]