
Los mocos extra de una persona son el tesoro de una bacteria, dice un equipo de científicos. En una nueva investigación, detallan cómo un germen oportunista común puede manipular nuestro sistema inmunológico para que produzca moco cuando no debería. El ingenioso truco no solo permite que el microbio evite la destrucción, sino que también le brinda una rica fuente de combustible para seguir creciendo.
La bacteria es Pseudomonas aeruginosa. Se encuentra comúnmente en el medio ambiente, particularmente en el suelo, pero también se encuentra con frecuencia en organismos vivos, incluidos los humanos. Normalmente, estas bacterias con forma de bastón no causan problemas de salud cuando colonizan el cuerpo humano. Sin embargo, en personas con sistemas inmunitarios debilitados, pueden crecer sin control y causar infecciones crónicas, incluso mortales. Si eso no es suficientemente malo, la P. aeruginosa es naturalmente resistente a muchos antibióticos, y algunas cepas han aprendido a resistirlos aún más con el tiempo. Las infecciones multirresistentes de P. aeruginosa son una preocupación importante en los hospitales y se cree que matan al menos a 2700 estadounidenses al año.
Los gérmenes han desarrollado todo tipo de métodos para evadir y sobrevivir a las defensas de sus anfitriones. Existen, a grandes rasgos, dos formas diferentes en las que nuestro sistema inmunológico responde a un germen: una que reserva para infecciones agudas como las causadas por bacterias y virus (inmunidad tipo 1) y otra que suele utilizar contra parásitos persistentes como las tenias (tipo 2 inmunidad). Algunos gérmenes han aprendido a convencer al sistema inmunitario para que use el tipo de respuesta equivocado, una estrategia llamada desviación inmunitaria. Los autores de este estudio actual, publicado el miércoles en la revista Immunity, teorizaron que la P. aeruginosa es uno de esos gérmenes y querían saber cómo logra este engaño.
Para hacerlo, estudiaron cómo la bacteria interactuaba con las células de las vías respiratorias humanas y de ratón en el laboratorio. El germen puede liberar una toxina llamada LasB. Y en estas células, descubrió el equipo, LasB puede desencadenar una reacción en cadena que desencadena una respuesta inmunitaria de tipo 2, caracterizada por la inflamación y la producción de mucinas, los componentes clave de la mucosidad. Cuando neutralizaron las bacterias para que no produjeran LasB, esta respuesta inmunitaria se silenció. Otros experimentos mostraron que a la bacteria le gusta comer moco humano. En conjunto, el trabajo del equipo sugiere que P. aeruginosa puede convertirnos en una fábrica de mocos, principalmente con la ayuda de LasB, usando esos mismos mocos para mantenerse con vida y prosperando.
“Nuestro estudio revela un tipo de desviación inmune bacteriana al aumentar el suministro de nutrientes”, escribieron los autores del estudio.
Los hallazgos no solo muestran un ejemplo burdo de cómo los gérmenes pueden aprovecharse de nosotros para sobrevivir. La inmunidad tipo 2 también juega un papel en la causa de las alergias, que ocurren cuando el cuerpo reacciona de forma exagerada a una sustancia extraña que en realidad es inofensiva. Y los experimentos del equipo con ratones encontraron que P. aeruginosa y LasB en realidad pueden amplificar la reacción alérgica típica. Ese hallazgo podría tener algunas implicaciones importantes para las personas con infección crónica por P. aeruginosa, como los pacientes con fibrosis quística.
A largo plazo, dicen los autores, este tipo de trabajo podría ayudarnos a comprender mejor cómo las infecciones crónicas como las causadas por P. aeruginosa interactúan con nuestro sistema inmunológico y otros aspectos de nuestro cuerpo, incluido el microbioma intestinal. Y quizás algún día, podría acercar a los científicos al desarrollo de mejores medicamentos para ellos, una prioridad urgente en una era en la que nos estamos quedando cada vez más sin antibióticos confiables.