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Este joven de Minnesota se ha gastado $1000 en comprar un monoraíl como el de los Simpsons

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Foto: James Alston
Foto: James Alston

En 2015, Gabe Emerson llamó al zoológico de Minnesota y pidió comprarles su monorraíl por $1000. Ya lo habían dejado fuera de circulación dos años atrás y aparentemente, no sabían qué hacer con él.

Emerson, nacido en Alaska hace 36 años, es director de operaciones de una pequeña empresa de administración de propiedades, y quería el monorraíl porque estaba cansado de tener que montar una tienda cada vez que iba a la propiedad rural de un amigo suyo. Quería algo más sólido y permanente, pero más exclusivo que una caravana. Al principio, pensó en comprar el fuselaje de un avión, pero solo pudo encontrar algunos en unos depósitos de aviones en pleno desierto al sudoeste de Estados Unidos

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“Resulta que no tan comunes en el medio oeste”, dijo, aunque esto también se puede aplicar a los monorraíles. Pero Emerson solo necesitaba uno.

Una de las primeras preguntas que la gente suele hacer a Emerson, dice él, es que cómo logró moverlo. El tren tiene aproximadamente 30 metros de largo y pesa alrededor de 27 toneladas, pero, como escribió en su blog en el que detalla como fue el proceso, “pudimos perder un poco de peso al eliminar los bogies del tren y los motores de transmisión, que además era necesario para desacoplarlo y retirarlo de la vía”.

Los vagones tienen unas pequeñas ruedas en los costados que los permiten moverse sobre la vía para colocarse sobre el pozo de reparaciones, lo que le permitió a Emerson transportar los vagones desde la vía del monorraíl a la vía de mantenimiento para poder cargarlos más fácilmente sobre un camión que habían alquilado. Con la ayuda de algunos amigos, logró mover los vagones de uno en uno. Más tarde, los remolcaron lentamente durante un trayecto de dos horas por carreteras secundarias con el camión.

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Para descargar los vagones y colocarlos en su sitio final, Emerson contrató una grúa y un operador de una planta de cemento local, que según Emerson era “un verdadero mago”.

Mover el monorraíl costó entre cinco y seis veces más que el propio cacharro. Pero un monorraíl por $6.000 parece un robo.

Emerson dice que aprendió a hacer este tipo de cosas en Alaska, donde dice que cogió “experiencia moviendo tonterías con tecnología tercermundista”. Una vez incluso recuperó un velero gratis sacándolo del agua de una forma similar.

A diferencia del fuselaje de avión que tiene un interior muy largo, los vagones de monorraíl son esencialmente habitaciones individuales con solo un pequeño panel de acceso, así que cada vagón es más o menos una cabaña individual. Emerson les construyó una cubierta y ha realizado algunos trabajos para limpiar su interior, pero no quiere remodelarlos demasiado y perder su toque histórico. Desafortunadamente, los mapaches de la zona han descubierto cómo abrir las puertas, por lo que pasa una cantidad excesiva de tiempo limpiando tras ellos.

Foto: Gabe Emerson
Foto: Gabe Emerson
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A pesar de ello tiene tiempo suficiente para disfrutarlo, ya sea relajándose sobre su cubierta en verano o colocando un proyector para ver películas, donde además vieron el episodio del monorraíl de Los Simpson.

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Tuve que preguntarle que con qué frecuencia cantaba la canción del monorraíl mientras estaba en el monorraíl y como resistía el impulso de hacer constantes referencias a los Simpsons mientras trabaja en él. Como te puedes imaginar, tanto él, como su prometida (que también le ayudó mucho con la idea) y sus amigos se acuerdan todo el rato de este tipo de cosas.

“¡Definitivamente hacemos muchas referencias a los Simpson!”, dijo. “Hay paneles de intercomunicación entre los vagones, y estoy tentado de conectarlos y reproducir la canción del monorraíl presionando un botón, pero todavía no he llegado a ello”.

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Ya ha acampado en el monorraíl varias veces, cumpliendo con su intención original, aunque teniendo en cuenta todo, no haya sido mucho más fácil que montar una tienda de campaña.

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Emerson ahora está tratando de construir puertas a prueba de mapaches e instalar paneles solares para que funcionen las luces y los cargadores de teléfonos. Bueno, eso en caso de que pueda sacar tiempo entre todos sus otros proyectos, como ponerle el motor de un viejo cortacesped a una canoa.

Para decepción de los entusiastas de los monorraíles de todo el mundo, Emerson no tiene planes de alquilar el suyo en Airbnb ni en ninguna otra plataforma. Para él, es solo un pasatiempo y un lugar divertido para pasar el rato.

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[H/T Pioneer Press / Andrew Hawkins]