
Una cosa que tienen los teléfonos modernos que son enteramente de vidrio (en este caso, sobre un chasis de acero) es que a veces se rompen de la forma más absurda y otras sobreviven a caídas de 3400 metros de altura. No exagero.
Un tal David cuenta en el foro de aviadores de Diamond que su iPhone X sobrevivió a una caída de 3400 metros de altura desde una avioneta Diamond DA40 cuando volaba a 280 km/h entre Colorado Springs y Atlanta. El teléfono se escapó de sus manos cuando David intentaba hacer una foto de una “formación de nubes ondulantes” a su derecha.
“Cuando abrí la ventana y apunté con la cámara a la nube, me encontré con una pequeña zona de turbulencias y mi mano derecha se acercó demasiado a la ventana abierta”, que succionó el iPhone en “una milésima de segundo”.
Convencido de que el teléfono había quedado destrozado con la caída, David fue al día siguiente a una tienda AT&T a pedir un duplicado de SIM. Fue entonces cuando, intentando desactivar el iPhone X, miró su último ubicación. El teléfono había caído en alguna granja con cobertura cerca de Blythe, Arkansas.
Por pura curiosidad, David decidió salir en busca del teléfono. Voló su DA40 hacia Aeropuerto Internacional de Arkansas y usó un coche para acercarse a la zona donde el teléfono había mandado por última vez su ubicación, 30 km al sur del aeropuerto. Tras atravesar un arrozal y un cultivo de soja con el barro hasta las rodillas, y después de una hora de búsqueda, David dio con su iPhone.
El iPhone X no tenía un solo rasguño. Y cuando David deshizo el camino y pudo conectar el teléfono al puerto USB del coche para cargar un poco la batería, comprobó que seguía funcionando sin problemas. Una funda de marca Otterbox y las plantas de soja madura habían ayudado a amortiguar la caída.
Y así fue como David se ahorró lo que le habría costado un teléfono nuevo (obviando los gastos de combustible y tasas de aeropuerto que le supuso moverse en avión para llevar a cabo el rescate).