
Los arqueólogos que trabajan en el yacimiento del Complejo Plaza de las Columnas en Teotihuacán han hecho un descubrimiento sorprendente en la antigua capital maya: los restos de un mono araña de 1700 años de antigüedad. Y los arqueólogos sospechan que fue un regalo diplomático entre élites.
La Plaza de las Columnas se encuentra entre las pirámides del Sol y la Luna en Teotihuacán, la antigua sede del poder mesoamericano. Por lo que respecta a la planificación urbana de Teotihuacán, la plaza es un bien inmueble de primera, y los objetos encontrados se asocian a las élites mayas, tal vez incluso a individuos gobernantes.
El mono es un mono araña de Geoffroy (Ateles geoffroyi), o mono araña de manos negras. Ahora en peligro de extinción, el animal no es nativo de las altas elevaciones de Teotihuacán.
Los restos del mono se encontraron junto con miles de fragmentos de murales y tiestos de cerámica, así como los restos de varios otros animales: un águila real, varias serpientes de cascabel y artefactos de caracoles. La investigación que describe el hallazgo del simio se publicó esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences.
En el año 378 de la era cómun , guerreros de Teotihuacán llegaron a Tikal, una ciudad maya en la actual Guatemala. Fue un intercambio temprano entre las élites culturales de Mesoamérica, y suele verse como un cambio en el control político en la región, a favor de Teotihuacán. Pero el mono araña, un regalo de los mayas a las élites de la capital, es anterior a ese evento, lo que indica que los lazos diplomáticos entre los dos grupos eran más igualitarios (o al menos más cordiales) antes del 378.
“El hecho de que los mayas eligieran un mono araña, en lugar de algo como un jaguar como regalo, dice cómo querían que los teotihuacanos los vieran ”, dijo Nawa Sugiyama, arqueóloga de UC Riverside y autora principal de la investigación, en un correo electrónico enviado a Gizmodo.

Las excavaciones en el yacimiento también arrojaron objetos de valor y artesanías hechas a mano, como figurillas de jade, navajas de obsidiana y puntas de proyectil. Sin embargo, fue el mono lo que realmente llamó la atención de los arqueólogos.
“Los depredadores principales como el jaguar, el puma, el lobo, el águila real y la serpiente de cascabel fueron sacrificados en Teotihuacan como emblemas del estado de Teotihuacan”, dijo Sugiyama. “A diferencia de estos depredadores que transmiten símbolos de militarismo, dominación y poder, el mono araña es un animal carismático asociado con escribas, artesanos y alegría”.
Usando pruebas como ADN antiguo, isótopos de los dientes del mono y evidencias paleobotánicas en el suelo alrededor del animal, el equipo determinó que la mona tenía entre cinco y ocho años cuando murió.
Sus dientes indicaban que el mono pasó cerca de dos años en cautiverio y comía maíz y chiles (entre otros alimentos) en Teotihuacán. Antes de eso, el animal vivía en un ambiente húmedo (presumiblemente la selva tropical) y comía plantas y raíces.
A partir de los huesos, el equipo arqueológico pudo crear una historia de vida asombrosamente vívida del animal, desde sus días en la naturaleza hasta su evidente captura y muerte.
Aunque los arqueólogos no pueden estar seguros del propósito diplomático del mono, tal vez eso solo enfatice la importancia de su hazaña científica: dedujeron dónde vivió un mono de 1.700 años durante su vida en función de lo que comía.