
Hacer cosas feas es solo una cuestión de hacer cosas hasta que te salga una fea. Cuantas más cosas hagas, más probabilidades hay de que te salga una fea, difícil de mirar o directamente horrorosa. No hay por qué avergonzarse por ello. En China, por ejemplo, hacen muchos edificios.
Pese a la crisis inmobiliaria que atraviesa el país, y que ha llevado a no pocas demoliciones masivas de edificios, de vez en cuando sobrevive un inmueble que quizá habría que haber dinamitado para el bien de la humanidad. La web china de arquitectura Archcy ha decidido tomar cartas en el asunto. Cada año, un jurado compuesto por arquitectos elige el edificio más feo de China. La lista de candidatos de este año incluye 87 edificios y ya se va intuyendo que elegir un ganador no va a ser precisamente fácil. Estos son algunos de los candidatos con más votos hasta ahora.
Los organizadores del concurso, que ya va por su undécima edición, no pretenden sonrojar a los creadores de estas aberraciones urbanísticas. Bueno, quizá un poco sí. En su página aseguran que “el concurso busca provocar la reflexión sobre qué es feo y qué es bonito en arquitectura, así como promover a la responsabilidad social del arquitecto”.
Desde luego que está despertando el diálogo. Según el periódico The Guardian, las visitas al hashtag #BanningUglyArchitecture (Prohibiendo la arquitectura fea) en la red social Weibo ya han superado la cifra de los 170 millones. Muchos usuarios de red china promueven sus propios candidatos a edificio más feo.
Al final la frontera entre lo fo y lo bonito la define cada uno. El año pasado el Ministro de urbanismo y desarrollo rural del país emitió un documento en el que concluía que los edificios grandes y de aspecto extraño eran un “desperdicio innecesario de recursos”. Lo mismo opinan los estudiantes de la Universidad Zhejiang, al este del país, cuyos votos han aupado la puerta sur del campus, compuesta por cinco arcos, al primer puesto de la lista. La principal queja del monumento es que no cumple ninguna función pese a haber sido erigido gracias precisamente a donaciones del alumnado. [The Guardian vía El Confidencial]