La ansiedad en los perros es más común de lo que parece y muchas veces pasa desapercibida hasta que se manifiesta de forma intensa. Entender qué la provoca y cómo actuar puede mejorar significativamente el día a día de tu mascota. A continuación, te contamos qué recomiendan los especialistas para lograr cambios reales en su bienestar emocional.
Identificar el problema y descartar causas físicas
Antes de aplicar cualquier técnica, es esencial consultar con un veterinario. Cambios en la conducta, falta de apetito o mayor irritabilidad pueden estar relacionados con enfermedades o dolores que generan malestar. Solo descartando causas físicas será posible abordar con éxito el origen emocional de la ansiedad.

Aprender a leer el lenguaje del perro
Un perro no habla, pero su cuerpo sí. Orejas hacia atrás, jadeo persistente, inquietud o rigidez corporal pueden indicar incomodidad o ansiedad. Detectar estos signos permite intervenir antes de que la situación escale a conductas más graves, como gruñidos o reacciones defensivas.
Anticiparse a los detonantes y evitar el desborde
Muchos perros se alteran incluso antes de enfrentarse al estímulo que les genera miedo, como una tormenta o la salida del hogar. Retirarlos a tiempo del entorno estresante y fomentar la calma con rutinas positivas puede reducir el impacto del evento y crear nuevas asociaciones.
Estrategias conductuales: evitar errores y aplicar alternativas
Exponer al perro de forma directa y forzada a lo que le asusta —la llamada “inundación”— puede ser contraproducente. En cambio, se recomienda la desensibilización progresiva y el contracondicionamiento, que permiten enfrentar sus miedos gradualmente mientras se premian respuestas tranquilas y seguras.
Reforzar el bienestar en situaciones clave

Visitas al veterinario, quedarse solo o convivir con otros perros pueden ser momentos especialmente difíciles. La clave está en anticiparse, crear experiencias positivas asociadas (juegos, premios, entrenamiento previo en casa) y fomentar su confianza.
Complementos, estímulos y apoyo profesional
Juguetes interactivos, ejercicios mentales, feromonas o incluso fármacos pueden sumar a la estrategia general. Pero es importante recordar que deben usarse con criterio y supervisión. En casos severos, la medicación puede ayudar, pero siempre como complemento al acompañamiento profesional y a las rutinas de refuerzo positivo.
Con tiempo, observación y las herramientas adecuadas, es posible lograr que un perro ansioso vuelva a sentirse seguro y feliz. El camino no es inmediato, pero sí alcanzable con compromiso y comprensión.
Fuente: Infobae.