
De sobra es conocido que Nintendo no se anda por las ramas cuando se trata de defender su propiedad intelectual. El caso ocurrido en 2009 sirvió como ejemplo para cualquiera que se estuviera planteando “piratear” alguno de sus juegos. Un gamer terminó en la más absoluta ruina económica.
La historia comienza en el año 2009 y tiene a James Burt, natural de Queensland (Australia) y entonces de 24 años, como protagonista. Burt era un joven gamer que vivía con sus padres y que por aquella época compartía su pasión por los videojuegos en varios foros en la red. El 6 de noviembre de ese año, y mientras caminaba por unos grandes almacenes, encontró que tenían una copia del juego New Super Mario Bros de Nintendo Wii.
Aquello era sorprendente porque el juego salía oficialmente una semana después (New Super Mario Bros fue uno de los primeros títulos de Wii que se lanzaron en Australia antes que el resto del mundo). Burt lo llevó a la caja y, para su sorpresa, se lo vendieron por error.
Lo que ocurrió a partir de entonces tiene dos versiones. Burt contó que nada más hacerse con el juego antes que nadie, lo comunicó en los foros donde era miembro. Allí le presionaron para que demostrara que era cierto. le pidieron que subiera los archivos del disco.
Burt lo hizo y, en cuestión de días, el título se había descargado cientos de miles de veces antes de que saliera al mercado.
La versión de Nintendo fue algo diferente. Tras una investigación de varias semanas y una obtención de registro en la casa de los padres del joven (junto a la confiscación de su ordenador), la compañía alegó que fue el propio Burt el que compartió los archivos con varios miembros del foro sin que le presionaran, y lo hizo “para obtener la aceptación del grupo”.
Finalmente, Burt se vio obligado a pagar a Nintendo 1.5 millones de dólares después de que se llegara a un acuerdo extrajudicial para compensar a la compañía por la pérdida de ventas e ingresos reclamados. La directora general de Nintendo Australia, Rose Lappin, afirmó entonces que miles de personas accedieron ilegalmente al juego después de que Burt subiera el archivo y que sus acciones crearon “un gran coste para nosotros y la industria”.
Curiosamente, la propia Nintendo anunció también que el juego en cuestión estaba entre los más vendidos de todos los tiempos, obteniendo alrededor de 20 millones de dólares en ingresos en solo siete semanas.
Nintendo prohibió a Burt, quien también debía pagar una factura legal de Nintendo de 100.000 dólares, comentar sobre el acuerdo.
No así su padre, quien salió en varios medios defendiendo a su hijo y negando que fuera un “hacker”. El hombre explicó que Burt era simplemente un fan de los videojuegos, un chico tímido que poseía todas las consolas lanzadas desde que era un adolescente y que trabajaba a tiempo parcial en una empresa de transporte de mercancías:
Como padre, puedo decirles que es un muchacho muy tranquilo, es un fan de los juegos de ordenador, en su detrimento. Fue la presión de sus compañeros en los foros de Internet y los blogs lo que lo llevó a hacer algo muy, muy tonto para demostrar que en realidad había logrado comprar un juego antes de su fecha de lanzamiento. Ciertamente fue sin malicia o intención de ganar dinero; de hecho, compró el juego legítimamente a un minorista importante. Además, el archivo del juego que subió a Internet no permitía, por sí solo, que la gente jugara el juego. Alguien lo pirateó de Internet una vez que James lo puso allí y lo hizo funcionar.
Sea como fuere, Nintendo rechazó las afirmaciones del padre, alegando que James buscó deliberadamente a miembros de la comunidad y les entregó los archivos pirateados para ganar aceptación. La compañía comunicó que las investigaciones habían revelado que el archivo se descargó 50.000 veces durante un período de cinco días. [Thomas Game Docs]