
Hace unos años nos cuentan lo que acaban de presentar y no nos lo creeríamos. Más propio de la ciencia ficción, los investigadores han desarrollado una microaguja autoblocante diseñada para administrar medicamentos a la retina mientras protege contra infecciones en el lugar de la inyección.
Lo cierto es que para tratar algunas enfermedades necesitamos que se inyecten medicamentos cuidadosamente en el ojo, y aquí es donde surge el nuevo invento. La nueva aguja ultrafina se recubre con un fármaco y se cubre con un tapón de hidrogel. Una vez insertado, libera el fármaco y se adhiere al ojo antes de biodegradarse. Mientras tanto, el tapón puede hincharse una vez inyectado para cubrir y sellar el orificio hecho por la aguja.
Sí, solo de pensarlo a uno le entran ganas de apretar muy fuerte los puños, pero pensemos que el avance en la materia es enorme. Hasta ahora, el tratamiento de diversas enfermedades oculares, como la degeneración macular relacionada con la edad y la retinopatía diabética, requerían de lo que se conoce como inyección intravítrea, una técnica donde por lo general se utilizan jeringas y agujas hipodérmicas y, a menudo, se necesitan múltiples inyecciones durante un largo período de tiempo.

El problema en este caso es que se trata de tratamientos muy invasivos y desagradables para el paciente, además de crear un agujero con riesgo de que las células tumorales se escapen y se propaguen a otros sitios. Según ha explicado el investigador Ali Khademhosseini, coautor del estudio, en un comunicado:
Esta nueva mejora en el tratamiento de administración de fármacos puede evitar los problemas asociados con el uso de agujas para tratar enfermedades oculares graves.
Por tanto, esta nueva inyección con microaguja única y tapón de hidrogel en el extremo solucionaría el problema que existía hasta ahora. Cuentan los investigadores que demostraron la administración casi completa del fármaco de las microagujas durante 24 horas en experimentos in vitro.
Luego inyectaron microagujas cargadas con tinte púrpura en globos oculares de cerdo cultivados, demostrando que no hay una caída en la presión después de la inyección, lo que sugiere que el tapón está haciendo su trabajo. Además, los investigadores también pudieron rastrear la propagación del fármaco (tinte púrpura) a través del ojo.
Unos resultados muy prometedores con los que se seguirá experimentando en más estudios hasta llegar, de ir todo bien, a las primeras pruebas o ensayos clínicos en humanos. [ScienceAlert]