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El cambio climático te está quitando horas de sueño

Datos recabados en 68 países muestran que las noches más calurosas implican menos descanso y que esto solo irá a peor

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Imagen para el artículo titulado El cambio climático te está quitando horas de sueño
Imagen: Diego Cervo (Shutterstock)

Si alguna vez te has quedado despierto por la noche preguntándote cómo de graves serán en un futuro todos esos incendios forestales, sequías, tormentas e inundaciones que atenazan a nuestro planeta, entonces es probable que el cambio climático ya te haya comenzado a quitar el sueño.

Sin embargo, incluso a aquellos que no padecen ansiedad ecológica como yo, el calentamiento global todavía podría robarles horas de sueño, como acaba de demostrar un nuevo estudio publicado en la revista One Earth. Y, como ocurre con casi todos los impactos del cambio climático, esta pérdida de sueño se siente de forma desigual en todo el mundo, y es probable que los países más pobres se vean más afectados.

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Entre los años 2015 y 2017, los investigadores analizaron los datos de sueño que registraban dispositivos como los Apple Watch, y los cruzaron con datos meteorológicos y climáticos. Estos científicos descubrieron que las personas se duermen más tarde y se despiertan más temprano cuando las temperaturas nocturnas son más altas. En las noches con más de 30 grados centígrados, se pierden de promedio unos 14 minutos de sueño. Y con temperaturas de 25 C o más, las posibilidades de una persona duerma menos de 7 horas aumentan en un 3,5 %.

Usando una combinación de modelos climáticos y de datos observados, los científicos estimaron que, a partir de 2010, las personas perdían un promedio de 44 horas de sueño y experimentaban problemas durante 11 noches al año debido al aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático.

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“Nuestros resultados implican que estas temperaturas ambientales probablemente ya erosionaban considerablemente el sueño humano a principios del siglo XXI”, escribieron los autores del estudio. Para finales de este siglo, los investigadores proyectaron que esos números podrían aumentar a un promedio de 58 horas repartidas durante 14 noches al año.

Estudios anteriores han sugerido una correlación entre el aumento de las temperaturas globales y el aumento de la pérdida de sueño. Sin embargo, estos estudios dependían principalmente de los datos proporcionados por los propios pacientes, una práctica que por lo general resulta menos fiable.

En esta nueva investigación, los científicos recurrieron a los datos reales que ofrecen las pulseras de actividad y relojes inteligentes. En total se incluyeron datos de 47.628 personas y 68 países diferentes.

Dentro de esa considerable muestra, los científicos descubrieron además que algunas personas eran más vulnerables a las temperaturas más altas que otras. Las mujeres eran ligera, pero significativamente, más propensas a experimentar niveles más altos de pérdida de sueño que los hombres. Las personas mayores de 65 años experimentaron el doble de pérdida de sueño por cada grado que subía la temperatura. Los que vivían en regiones más cálidas también perdieron más horas de sueño por cada grado en aumento. Y las personas que viven en países más pobres sufrieron más el efecto de las noches calurosas. Los residentes de países de ingresos medianos y bajos perdieron casi tres veces más horas de sueño en comparación con los de países de ingresos altos.

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“Tomados en conjunto, nuestros resultados demuestran que la pérdida de sueño provocada por la temperatura probablemente ha exacerbado y puede continuar exacerbando las desigualdades entre ambientales globales”, escribieron los autores del estudio.

Algunas investigaciones anteriores sugerían que las personas pueden adaptarse a las altas temperaturas. Sin embargo, en el nuevo estudio, los científicos no encontraron evidencias de que los patrones de pérdida de sueño de las personas cambiaran en el transcurso de un mismo año: las altas temperaturas a principios del verano eran tan perjudiciales para el sueño como a fines del verano, y las personas en climas cálidos no eran menos propensos a la pérdida de sueño relacionada con la temperatura (de hecho, sucedía lo contrario). Según el nuevo estudio, las personas no parecen poder adaptarse al calor pasado cierto punto.

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Cuando las personas no duermen lo suficiente, sufren todo tipo de consecuencias mentales y físicas: desde depresión hasta enfermedades del corazón. Por eso los efectos del cambio climático sobre el sueño son realmente preocupantes. Los minutos de sueño perdido pueden no parecerte mucho, pero acumulados con el tiempo podría tener un impacto negativo muy serio.

Debido a que el estudio se basó en modelos climáticos, existe un grado de incertidumbre y es probable que las predicciones futuras de los científicos puedan contener algún error. Pero, lo más inquietante de todo, es que los autores del estudio advierten que sus hallazgos podrían estar subestimando el problema.

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Los datos recopilados por las pulseras de actividad y por los relojes inteligentes probablemente sean más fiables que los informes elaborados por los pacientes, pero tienen sus propias limitaciones. La mayoría de personas con este tipo de dispositivos tecnológicos provienen de países con altos ingresos, y los científicos informaron que su conjunto de datos también contienen sesgos, puesto que tienen muchos más datos de hombres y de personas de mediana edad (cuando, de nuevo, las mujeres, las personas mayores y las personas de países pobres parecen ser las más afectadas por este fenómeno).

Incluso dentro de los países de bajos ingresos, es probable que aquellos con este tipos de dispositivos tecnológicos sean más ricos que otros. Las personas más ricas tienen más probabilidades de tener acceso a elementos como aire acondicionado, ventiladores y otras medidas que mitiguen estos efectos. Además, las regiones tropicales más cálidas del planeta estaban poco representadas en el conjunto de datos recabado por los investigadores.

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Además de detectar esos sesgos en los datos, los autores sugieren que las futuras investigaciones futuras debería centrarse en políticas y diseños equitativos, o nuevas formas de ayudar a las personas a adaptarse al calor. El cambio climático está aquí, las temperaturas no hacen más que crecer y tendremos que descubrir cómo estar a la altura de las circunstancias.