
Las regiones boreales de nuestro planeta son tan frías que unos 23 millones de kilómetros cuadrados de suelo en esas zonas está siempre congelado. El cambio climático está descongelando ese terreno, y los científicos alertan de que lo que esconde debajo pueden ser muy malas noticias.
Los agujeros en el permafrost, cada vez más habituales, son solo la cara visible de una amenaza mucho mayor. Un nuevo estudio trata de valorar las posibles amenazas que supone este deshielo masivo y explica que el permafrost, para empezar, libera cantidades masivas de gases de efecto invernadero a la atmósfera, gases que estaban atrapados en el terreno helado. Además, advierte de otras amenazas menos evidentes, como patógenos que nunca hayamos visto antes y hasta contaminación radioactiva. Los resultados de su estudio acaban de publicarse en la revista Nature Climate Change.
“Es importante entender el impacto a medio y largo plazo de un cambio a escala planetaria tan importante como es el permafrost”, explica en un comunicado de la ESA Kimberley Miner, científica del clima en el Laboratorio de Propulsión a chorro de la NASA y principal autora del estudio. “Ahora mismo somos capaces de predecir un puñado de amenazas que han estado atrapadas durante millones de años, pero aún falta mucho para que podamos ser capaces de predecir exactamente qué pasará, cuándo y dónde. En ese sentido este tipo de estudios son críticos.
Hay buenas razones para temer que el deshielo del permafrost haga aparecer patógenos. Este pasado verano, un equipo de científicos descubrió 28 nuevos virus en un glaciar en Tibet. Este tipo de microorganismos son tan remotos para la humanidad que nuestro organismo a menudo no los reconoce como amenazas. En marzo, investigadores hallaron una bacteria en las profundidades del océano tan extraña que las células de los mamíferos ni siquiera la reconocían. El Ártico se está calentando tres veces más rápido que el resto del planeta y ahora mismo entender los efectos de ese calentamiento es una carrera contrarreloj para la ciencia.

“Sabemos muy poco sobre los organismos extremófilos que son capaces de sobrevivir en todo tipo de condiciones durante mucho tiempo y que tienen el potencial de reaparecer”, explica Miner. Se trata de microorganismos que han coexistido con mamuts y perezosos gigantes y no tenemos la menor idea de lo que pueden hacer en un ecosistema moderno.
La premisa más probable es que una vez esos microbios se deshielen y despierten de su letargo se mezclarán con el agua líquida producto del deshielo y se dispersarán en el medio ambiente. El primer problema que pueden causar es crear infecciones resistentes a los antibióticos modernos. Hasta ahora, y según datos de la ESA, más de 100 especies de microorganismos hallados en el permafrost siberiano son resistentes a los antibióticos.
El segundo problema que puede surgir con el deshielo del permafrost es que se liberen productos tóxicos o radiactivos en el medio ambiente. La antigua Unión Soviética estuvo enterrando sustancias tóxicas y radioactivas en el ártico al menos desde que comenzaron sus pruebas nucleares en los 50. Al menos hay 100 submarinos nucleares decomisados hundidos en aguas del mar de Kara y de Barents. Diversas muestras de hielo, sedimentos, vegetación y suelo en estas regiones ya han dado positivo en contaminantes radioactivos como el Plutonio o el Cesio.
Todo esto sin contar lo que el deshielo puede hacer a las infraestructuras humanas. El pasado verano, el deshielo del permafrost provocó la rotura de un tanque que terminó en el vertido de 21.000 toneladas de diesel en el ártico ruso. Un estudio publicado en 2018 alerta de que la desintegración del suelo puede afectar a cuatro millones de personas que viven en estas regiones y provocar daños en un tercio de las infraestructuras.
La NASA y la ESA están uniendo fuerzas para promocionar la colaboración científica de manera que el día que los que toman decisiones tengan que paliar alguna crisis en esas regiones puedan hacerlo con todos los datos en la mano. Es bastante probable que el día que algo malo pase por efecto del deshielo, nuestros políticos lo ignoren o tomen la peor decisión posible sin mirar siquiera los datos científicos al respecto porque eso es lo que hacen los políticos, pero es bonito tener la esperanza de que hagan algo inteligente por una vez.
El informe recién publicado es un prudente recordatorio de que el calentamiento global de nuestro planeta es un experimento peligroso y sin precedentes del que no podemos predecir todas sus consecuencias. Las nuevas enfermedades podrían ser solo la menor de nuestras preocupaciones si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan descontroladas. [Nature Climate Change]