
Una estrella a cien años luz de la Tierra, en la constelación de Draco, nos acaba de enseñar unas cuantas cosas un poco inquietantes sobre nuestro propio Sol. La estrella se llama EK Draconis, y acaba de sorprender a los astrónomos con una erupción más energética de lo que nunca hemos observado en nuestra estrella. Si el Sol hiciera lo mismo serían muy malas noticias para nuestra red eléctrica y nuestros satélites.
EK Draconis tiene aproximadamente la misma masa que el Sol, pero es mucho más jóven. Tiene solo 100 millones de años, lo que apenas es nada comparados con los 4.600 millones de años de nuestra estrella. En ambos casos, sin embargo, el plasma a veces sale a la superficie generando lo que se conoce como una llamarada solar. A veces estas llamaradas son pequeñas, y otras son fenómenos muy energéticos. En estos últimos casos, la llamarada puede provocar la expulsión de material, lo que se conoce como eyección de masa coronal. Eso es precisamente lo que un equipo de investigadores que estudiaban EK Draconis ha descubierto. Recientemente, la estrella ha expulsado plasma con una fuerza 10 veces superior a todo lo que conocíamos en una estrella similar al Sol. Los resultados de esa observación acaban de publicarse en Nature Astronomy.
Los resultados nos ayudan a entender cómo ocurren las eyecciones de masa coronal en estrellas como nuestro Sol a lo largo de su historia”, explica Yutya Notsu, coautor del estudio y astrofísico en la Universidad de Boulder y el Observatorio Nacional Solar de Estados Unidos. “Aunque este tipo de super eyecciones de masa coronal ocurren con más frecuencia cuando la estrella s joven, es un ejemplo de superllamaradas que podrían ocurrir en nuestro Sol cada cientos de miles de años.”

En otras palabras, que un día nuestro Sol podría experimentar un fenómeno similar. Las llamaradas solares normales ya nos causan problemas si están orientadas a la Tierra, con interferencias en las órbitas de los satélites y en las telecomunicaciones. Una llamarada solar lo bastante potente podría freír completamente nuestros satélites y apagar del todo las redes eléctricas.
Notsu y sus colegas observaron a EK Dracois durante 32 noches en 2020 usando el satélite TESS de la NASA, que normalmente se dedica a la búsqueda de exoplanetas, y el telescopio SEMEI de la Universidad de Tokio. Una de esas noches, los investigadores detectaron una llamarada masiva seguida, alrededor de media hora después, por los primeros estadios de una erupción de plasma moviéndose a millón y medio de kilómetros por hora.
El equipo solo pudo observar los estadios iniciales de esta llamarada solar. Para poder ver más necesitan examinar EK Draconis con telescopios capaces de detectar radiación ultravioleta y rayos X. “Nos gustaría colaborar más con otros científicos en debates detallados sobre los efectos de super eyecciones de masa coronal en nuestro sistema solar”, añade Notsu.
Cuando el Sol se haga viejo (mucho más viejo de lo que es ahora), su comportamiento se volverá más extremo, lo que terminará en un rápido crecimiento seguido de una condensación en enana blanca. Cuando llegue ese momento es muy probable que los humanos (o más bien lo que quiera en que los humanos hayan evolucionado) no estén para verlo. De momento el Sol está estable y solo podemos cruzar los dedos o prepararnos. [Nature Astronomy]