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Este pueblo de Japón sobrevivió al tsunami en 2011 gracias a un mensaje inscrito en una piedra hace más de 100 años

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Para un japonés, el mensaje y la sabiduría de los antepasados es vital para construir el futuro. La mayoría sabe que se necesitan tres generaciones para que la gente olvide un trágico suceso. Quizás por ello, los antepasados de un pueblo de la costa marcaron un mensaje de advertencia en una piedra.

El 11 de marzo del año 2011 será recordado para siempre como uno de los días más trágicos de la historia de Japón. Un terremoto de magnitud 9 llegó a crear olas con picos de hasta 40 metros. El epicentro del terremoto se ubicó en el mar, frente a la costa de Honshu, a 130 kilómetros al este de Sendai (Miyagi) a una profundidad de 32 kilómetros.

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Fueron sólo 6 minutos de terremoto, pero suficientes para convertirse en el cuarto más potente del planeta (de los medidos hasta la fecha). En aquellos días, las cifras que se manejaron eran espantosas: las autoridades confirmaban más de 15 mil muertes, 2.500 desaparecidos, 6 mil heridos a lo largo de 18 prefecturas de Japón, desencadenó la fusión en la planta de Fukushima, y costó un estimado de doscientos mil millones de euros.

De las personas fallecidas, el 92,5% murieron ahogadas, víctimas de ese temblor acompañado de la fuerza devastadora del océano. Sin embargo, un pueblo costero que se encontraba en la trayectoria del fenómeno permaneció intacto. Ese pueblo se llamaba Aneyoshi, y sus residentes hicieron lo que se esperaba de ellos: escucharon las advertencias de sus antepasados.

Aneyoshi y las piedras centenarias

Aneyoshi es un pequeño pueblo situado en la costa noroeste de Japón. Allí, en una zona que bordea con el mar, se encuentra una tablilla de piedra de unos 3 metros tallada con una advertencia a los lugareños:

Las viviendas altas son la paz y la armonía de nuestros descendientes. Recuerda la calamidad de los grandes tsunamis. No construyas ninguna casa debajo de este punto.

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En realidad, y aunque las tablillas de Aneyoshi pueden ser las más directas, las llamadas “piedras de tsunami” salpican gran parte de la costa de Japón, siempre advirtiendo a los descendientes que busquen un terreno elevado después de los terremotos en caso de que presagien olas devastadoras. Las piedras varían, aunque la mayoría datan de alrededor de 1896, cuando dos maremotos mortales acabaron con la vida de más de 22.000 personas.

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Vivir en Japón significa enfrentarse a una larga historia de terremotos más o menos periódicos e impredecibles, y a tsunamis que los siguen justo después. De hecho, el país está bien preparado, aunque el del 2011 fue especialmente devastador. Por ello, cuando un tsunami golpea, inevitablemente resurgen preguntas antiguas sobre la mejor forma de reconstruir una zona.

Los más viejos del lugar saben que tras un tsunami y terremoto aparece la misma duda. ¿Cómo empezar de cero? Se podría pensar en reconstruir en tierras más altas a un coste mayor en una nueva ubicación, o en reconstruir tal y como estaba, y tener toda la fe del mundo en la construcción de muros de mar más altos.

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En ambos casos hay problemas. Construir más alto es difícil en un país donde el 75% de la superficie terrestre es montañosa, además, estabilizar las estructuras en pendientes contra terremotos también es un desafío.

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Los diseños de viviendas resistentes a las inundaciones están legislados en los códigos de construcción japoneses, sin embargo, la ingeniería solo puede hacer algo contra las enormes paredes de agua. Los muros de contención producen resultados mixtos, aunque ayudaron a salvar algunas casas y pueblos durante el último gran desastre. Dicho de otra forma: ninguna de las soluciones es perfecta.

Por eso en Aneyoshi están orgullosos de sus antepasados, por poner unos marcadores de piedra en el lugar y obviar la necesidad de reconstruir, ellos conocían los horrores de los tsunamis, por lo que erigieron esa piedra para advertir. Como le decía Tamishige Kimura, el líder del pueblo, al New York Times hace unos años: “la advertencia es una regla de nuestros antepasados, una que nadie en Aneyoshi se atreve a romper”.

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La piedra que salvó al pueblo entero se cree que se remonta a la década de 1910. Después de que la zona fuera devastada por el tsunami de 1896, fue reconstruida en el mismo lugar. Sin embargo, cuando ocurrió otro tsunami en 1933, los supervivientes se movieron cuesta arriba. Entonces sí, colocaron una piedra tras el desastre, un mensaje al que se le atribuye haber salvado a la población en 1960, y nuevamente en el 2011.

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Curiosamente, muchas “piedras de tsunami” se remontan incluso hasta hace 600 años. Algunas cuentan con advertencias para buscar un terreno más alto a raíz de un terremoto, otras marcan fosas comunes. Desgraciadamente, otras ciudades y pueblos en la costa ignoraron las sabias advertencias de quienes vivieron hace muchos años.

Japón nunca dejara de ser ese país de grandes contrastes, posiblemente no hay otro igual en el mundo. Mientras unos viven en urbes futuristas marcadas por el auge y el desarrollo de las más revolucionarias tecnologías, otros son capaces de sobrevivir a la mayor fuerza de la naturaleza a través de mensajes centenarios inscritos en una simple piedra. Porque, no hay que olvidarlo, para un japonés, el mensaje y la sabiduría de los antepasados es vital para construir el futuro. [The New York Times, Wikipedia, Smithsonian]