
En 1879, un botánico de la Universidad de Michigan llamado William Beal enterró 20 botellas en diferentes lugares del campus y dibujó un mapa con su localización. Desde entonces, y cada 20 años, los investigadores del departamento se reúnen en secreto por la noche para desenterrar una de ellas.
Todo esto, que suena un poco a ritual estudiantil, en realidad es parte de un fascinante experimento que lleva 142 años en desarrollo y al que aún le quedan un par de siglos largos antes de concluir.
Las botellas que Beal escondió contenían una mezcla de arena y semillas. Cada recipiente sellado contiene alrededor de mil semillas de 21 plantas diferentes, todas ellas consideradas malas hierbas. El objetivo del experimento trata de responder a una pregunta que inquieta a más de un agricultor: ¿Cuánto tiempo tarda en desaparecer del todo una mala hierba? Hay plantas que se resisten a desaparecer por mucho que las personas las arranquen diligentemente de sus sembradíos. La razón es que sus semillas siguen en el suelo y siguen brotando a la mínima oportunidad y cuando las condiciones así lo permiten.

Beal quería averiguar cuánto tiempo puede sobrevivir la semilla de una mala hierba en el suelo, y para comprobarlo enterró las semillas en botellas selladas llenas de tierra arenosa, pero sin agua ni aire como para que germinaran. El objetivo era desenterrar una botella cada 20 años y tratar de germinar las semillas a ver cuántas de ellas siguen vivas. Parece un objetivo simple, pero en realidad es bastante ambicioso, porque supera con creces las expectativas de vida de Beal y de sus sucesores. Todos ellos siguen trabajando en él puntualmente a sabiendas de que no verán su conclusión final.
El pasado 21 de abril se desenterró una nueva de estas cápsulas del tiempo vegetales. Esta previsto que la última botella se desentierre hacia el año 2.100. El cálculo no concuerda con 20 botellas cada 20 años porque las primeras se desenterraron cada cinco hasta que los investigadores alargaron el plazo vista la resistencia de las semillas.
Para que el experimento sea realmente válido las botellas no pueden ser perturbadas o desaparecer a manos de estudiantes curiosos así que, cuando llega el momento de desenterrar una, los investigadores de Michigan lo hacen en secreto y aprovechando la oscuridad de la noche. Pese a contar con la guía del mapa original de Beal, encontrar las botellas no es fácil y muchas veces tienen que pasar cavando gran parte de la noche. [Universidad de Michigan, vía NPR]