
Hay pocas costas en este planeta a las que los vikingos no llegaran. Es algo bastante admirable, sobre todo teniendo en cuenta la época en la que vivieron y los medios rudimentarios con los que contaban. Uno de los lugares en los que se asentaron fue Groenlandia, y allí permanecieron durante cerca de 400 años solo para irse tan abruptamente como llegaron.
No es que Groenlandia sea precisamente un paraíso tropical en el que apetezca quedarse, pero la marcha de los vikingos de esta isla siempre ha estado teñida de misterio porque no se conocía la causa exacta de su espantada. El abandono es doblemente paradójico porque los escandinavos no pisaron Groenlandia solo para asaltar alguna aldea e irse. Durante varios siglos establecieron comunidades permanentes en el sur de la isla y se sabe que esos asentamientos acogieron bastante población y desarrollaron tanto agricultura como ganadería.
Probablemente se dieron cita varios factores, tanto externos como propios de la sociedad vikinga, que contribuyeron a hacer la isla inhabitable. Hasta ahora se creía que el principal factor que expulsó a esta cultura de Groenlandia fue... el frío. Groenlandia era mucho más fría hace siglos de lo que es ahora, pero en la época en la los vikingos la habitaron fue incluso más fría de lo normal. En el siglo 14 comenzó un período conocido como la Pequeña Edad de Hielo que bajó drásticamente las temperaturas de toda Europa. No fueron precisamente un par de inviernos duros. El viejo continente se cubrió de hielo gran parte del año y eso tuvo consecuencias devastadoras, tanto sociales como económicas. Ariel Hessayon y Dan Taylor califican la Pequeña Edad de Hielo como una auténtica crisis climática en este interesante artículo en The Conversation.
En Groenlandia, las temperaturas bajaron tanto y tan seguido que el ganado debía permanecer en sus establos todo el invierno. Cuando llegaba la primavera, las cabras y ovejas estaban tan debilitadas que no podían ni caminar y los vikingos tenían que llevarlas en brazos hasta los nuevos pastos.
Pero los vikingos están acostumbrados a lidiar con el frío, y aunque hay datos globales sobre temperaturas durante la Pequeña Edad de Frío, nunca se habían recogido datos específicos de la región del sur de la isla que los feroces guerreros del norte habitaron durante este período. Un profesor de geociencias de la Universidad UMass en Amherst llamado Raymond Bradley decidió buscar esas respuestas por sí mismo. Para ello, Bradley y sus colegas pasaron tres años recogiendo muestras en un lago conocido simplemente como Lago 578 cerca de Brattahlíð (hoy Qassiarsuk), uno de los mayores asentamientos vikingos en la Groenlandia.
Lo que descubrieron fue una sorpresa. Aunque la Pequeña Edad de Hielo enfrió prácticamente toda Europa, las temperaturas en Brattahlíð no sufrieron un descenso significativo durante el período en la que la habitaron los viingos. Lo que si descendió de manera alarmante fue... el agua.
Lo que probablemente convenció a los vkingos de que era hora de hacer las maletas fue la sequía. La actividad agrícola en Groenlandia ya es precaria y complicada de por sí, pero una sequía prolongada probablemente la hizo insostenible. “Las causas de que los nórdicos abandonaran sus asentamientos probablemente sean múltiples y complejas, pero nuestros resultados apuntan a que los cambios hidroclimáticos están estrechamente relacionados con su marcha”, explican los investigadores en el estudio. [Science Advances vía IFL Science]