
En diciembre de 2020, la sonda japonesa Hayabusa2 regresó a la Tierra con una serie de muestras que había tomado del asteroide Ryugu. Y una nueva investigación ha encontrado que los materiales del subsuelo del asteroide son sorprendentemente similares a los que se encuentran en su superficie.
El estudio publicado ahora en la revista Science es el primero que describe cómo son los materiales del subsuelo de Ryugu, un asteroide ubicado a 280 millones de km de la Tierra. Los científicos no encontraron nada espectacular, ni firmas biológicas alienígenas ni ninguna otra cosa extraña, pero sí que descubrieron que los materiales del subsuelo se parecían a los materiales que había en otras partes del asteroide. Esto probablemente significa que ambos conjuntos de muestras son representativos del asteroide en su conjunto, incluidas las partes de su interior.
En un correo electrónico, el científico planetario de la Universidad de Tokio Shogo Tachibana, autor principal del nuevo paper, dijo que estas muestras servirán para guiar los futuros estudios sobre el asteroide (162173) Ryugu, tanto los que hablen de su composición como de su historia. Su equipo “buscó determinar si las muestras son representativas de la superficie del asteroide, porque en caso positivo, un análisis detallado en la Tierra les permitirá comprender todo el asteroide a pesar de que las muestras fueron recolectadas en una serie de zonas limitadas”, escribió.
La nave espacial japonesa Hayabusa2 visitó Ryugu entre junio de 2018 y noviembre de 2019, y durante ese tiempo tomó muestras tanto de su superficie como del subsuelo. Para reunir los materiales del subsuelo, tuvo que disparar un pequeño proyectil y formar un cráter. La sonda regresó a la Tierra el 6 de diciembre de 2020 con dos conjuntos de muestras guardadas en contenedores separados.
En total, la sonda Hayabusa2 logró volver con casi 5,5 gramos de material. No parece mucho, pero eso es “unas cincuenta veces más que el requisito mínimo de la misión (0,1 gramos)”, como explicaba el estudio. La exitosa recolección de los materiales de la superficie significaba que los científicos iban a poder realizar observaciones in situ sobre la arena y las piedrecitas encontradas en un asteroide real, en lugar de estudiar un meteorito que se había estrellado dramáticamente sobre nuestro planeta.
Esto les permitió estudiar Ryugu, un asteroide carbonoso que, como sugiere su nombre, está hecho principalmente de carbono y de algo de agua. Los asteroides de este tipo, también conocidos como asteroides de tipo C, son objetos oscuros y rocosos que probablemente se formaron en los confines del cinturón de asteroides y que han sobrevivido desde los primeros días de nuestro sistema solar. Los científicos de la misión esperan investigar “preguntas que tengan que ver con el origen del agua terrestre y de dónde provino originalmente la materia orgánica que formó la vida” además de “examinar cómo se formaron los planetas a través de la colisión, destrucción y combinación de planetesimales, que se cree que se formaron en los días tempranos del Sistema Solar”, como explicaba la agencia espacial japonesa.
En mayo de 2020, los científicos describieron cómo eran los materiales de las muestras que habían sido tomadas en su superficie. Aquella investigación encontró que los materiales de la superficie no eran del todo representativos de los meteoritos conocidos, un hallazgo que sugería que los asteroides son más dinámicos de lo que creíamos. Una vez hecho esto, llegó el momento de investigar el segundo conjunto de muestras. Al hacer esto, Tachibana y sus compañeros tomaron de referencia las imágenes que habían tomado tanto el módulo de aterrizaje MASCOT como los dos rovers MINERVA-II de distintas partes del asteroide.
“El examen de las muestras se realizó dentro de una cámara limpia dedicada a las muestras y no esperábamos que mostrase apenas signos de contaminación”, explicó Tachibana.
“Nos enfocamos en las comparaciones entre las piedrecitas observadas por la nave espacial y las muestras devueltas para evaluar la representatividad de los granos que habían sido recolectados en las zonas limitadas del asteroide”, afirmó Tachibana. “Descubrimos que las muestras devueltas representan bien las partículas de la superficie de Ryugu desde un punto de vista morfológico”.
Difícilmente es un resultado que te vaya a dejar sin aliento, pero no obstante, es un hallazgo clave. El párrafo final del estudio lo resume bastante bien:
El color, la forma, la morfología de la superficie y la estructura de las piedrecitas y de la arena devueltos coinciden con los del material de la superficie de Ryugu observado desde la nave espacial. Por lo tanto, concluimos que las piedras y la arena que hay dentro de las dos cámaras son muestras representativas de dos de los lugares de la superficie de Ryugu, sin que se haya producido una alteración sustancial durante la recolección de muestras o su regreso a la Tierra. Las variaciones en las propiedades físicas entre las piedras y la arena, que era algo no esperado antes de la llegada de la nave espacial al asteroide, reflejan la historia geológica de Ryugu.
Tachibana dijo que los hallazgos de su equipo proporcionarán una “base” para futuros estudios realizados sobre el asteroide y servirá para investigar más sobre su historia.
De hecho, el trabajo con las muestras apenas está comenzando. Sin duda, el próximo paso será estudiar su química y su composición. Pero a mi todavía me parece una absoluta proeza que seamos capaces de recolectar polvo y piedras de asteroides que están a millones de kilómetros de la Tierra.