Desde que estalló esta crisis, PewDiePie ha defendido —primero en Tumblr y después en su canal de YouTube— que sus famosas bromas antisemitas están sacadas de contexto y dirigidas a una audiencia que no se las tomaría nunca en serio. Y tiene razón, pero eso no lo exime de nada de lo que pasó.
PewDiePie, cuyo nombre real es Felix Kjellberg, es una de las mayores estrellas de Internet y el youtuber con más suscriptores del mundo (53 millones de suscriptores). El día de San Valentín, Disney anunció que dejaría de respaldar su network y YouTube canceló la segunda temporada de su show, Scare PewDiePie: Game Over, además de eliminar su canal de la plataforma de anuncios exclusivos Google Preferred.
Todo esto ha ocurrido porque tres reporteros del Wall Street Journal recopilaron nueve vídeos de PewDiePie que contenían bromas sobre judíos y nazis y los enviaron a Disney y YouTube para obtener una declaración. “Básicamente acorralaron [a las compañías] contra una esquina y las forzaron a cortar lazos conmigo”, dice Felix en su vídeo de disculpa. “Lo entiendo perfectamente, y entiendo que tenga consecuencias”, añade.
A continuación, Felix insiste en que las bromas están sacadas de contexto. En uno de los casos recopilados por el Wall Street Journal, Felix muestra las esvásticas que dibujaron los usuarios de su juego, pero el periódico olvida mencionar que el vídeo se titulaba “Dejad de hacer esto”. También le recriminan el uso de imágenes de propaganda nazi, pero no explican que las usó para satirizar el nuevo sistema de moderación de YouTube. “Esto no es un artículo, es un ataque de los medios para intentar desacreditarme, mermar mi influencia y disminuir mi valor económico”, comenta Felix.
La realidad es que, de todos los contenidos supuestamente antisemitas que cita el Wall Street Journal, solo dos incidentes detonaron la ruptura de Felix con Disney y YouTube. Ambos tienen que ver con Fiverr, una web donde puedes pagar a un freelance del otro lado del mundo desde 5 dólares para que haga lo que te dé la gana. Por un lado, Felix contrató a un hombre que se parecía a Jesucristo para que dijera “Hitler no hizo absolutamente nada malo”. Por otro, Felix pagó a dos jóvenes indios para bailar y reír mientras sostenían un cartel que pusiera: “Muerte a todos los judíos”.
En su disculpa, Felix dice que pretendía llevar al límite la web de Fiverr para demostrar que es un servicio estúpido. h3h3Productions, uno de los youtubers que salieron en defensa de PewDiePie, explica en su canal que la broma de los indios bailando con el letrero “Muerte a todos los judíos” incluía también la frase “Suscríbete a Keemstar”. El chiste es que Daniel Keem, conocido como Keemstar en YouTube, es un personaje acusado habitualmente de racismo. Wall Street Journal no lo menciona.
El artículo increíblemente sesgado del Wall Street Journal no pudo llegar en peor momento para la cultura de Internet. Esto es: la era de la posverdad, en la que las emociones importan más que los hechos y las noticias falsas llegan más lejos que la verdad; y la era de la “derecha alternativa”, en la que uno de los principales asesores del presidente de Estados Unidos es un presunto antisemita. Los supremacistas blancos de Internet, cada vez más validados por el mundo real, no tardaron en dar la bienvenida a PewDiePie a su causa racista. Suelen reunirse en tablones de 4chan como el infame /pol/, y fueron los que inventaron el viejo meme “Hitler no hizo nada malo”. Para colmo tienen un enemigo en común con Felix: los medios.
Es obvio que Felix no pertenece a esa casta. Lo dice él, y todos los que seguimos de vez en cuando su canal lo sabemos. De hecho, creo que si el Wall Street Journal no hubiera recopilado esas bromas, nadie les habría dado importancia: ni Disney, ni la comunidad de imbéciles racistas de 4chan... Nadie. Hasta ahí, Felix Kjellberg tiene razón. Pero eso da igual, porque PewDiePie es un personaje con mucha visibilidad y, como tal, todo lo que diga puede tener consecuencias. A veces, sin que el contexto importe.
Esto no tiene nada que ver con la libertad de expresión. PewDiePie puede decir lo que quiera, nadie se lo discute. El problema es que no tiene el poder de decirle a la gente cómo reaccionar ante una frase como “Muerte a todos los judíos”. Hay muchas personas para las que esta frase resulta dolorosa, incluso en un contexto humorístico. Yo conozco el contexto y no puedo evitar reírme con este humor negro, pero sé que Felix podría haber elegido otra frase que me hiciera reír igualmente. Para las grandes corporaciones como Disney y Google, una simple broma políticamente incorrecta puede convertirse en una marca tóxica, y de ninguna manera están obligadas a seguir financiando estos activos tóxicos si creen que dañan su imagen.
Felix eligió un camino inapropiado para ridiculizar a Fiverr, y lo reconoce. Sabe que se pasó de la raya. “Me encanta empujar los límites, pero me considero un comediante novato y definitivamente he cometido errores como este antes”, explica en su vídeo de disculpa. Pero una y otra vez se equivoca al señalar al Wall Street Journal —porque tal vez un simple tuit de un desconocido con el mensaje “oye @disney, mira lo que ha hecho PewDiePie” habría bastado para desencadenar una crisis de imagen.
Cuando eres PewDiePie y te siguen millones de personas, tienes que asumir que la provocación conlleva un riesgo. Lo que no puedes esperar es que las grandes compañías te vayan a perdonar aludiendo al contexto. Da igual las veces que lo expliques: si los nazis de Internet te felicitan de la noche a la mañana, lo más probable es que tus patrocinadores huyan, haciendo caso omiso a lo que tengas que decir. Felix Kjellberg puede hacer chistes sobre lo que quiera y eso no significa que esté incitando al odio. Pero, dispuesto a explorar los límites del humor, tendrá que asumir las consecuencias.