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Por qué Japón tiene el mayor porcentaje de esperanza de vida del planeta (y por qué empieza a ser un problema)

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El año pasado Japón hacía pública una cifra que sorprendía a medio mundo: 32 mil personas llegaban a la barrera de los 100 años o más, y se sumaban al resto con un total de 65 mil centenarios. Dicho de otra forma, no existe otro país en el planeta con un porcentaje mayor de personas que han cumplido la mágica cifra.

No en vano, Japón lleva liderando (o en los primeros puestos) la lista de los países con la esperanza de vida más alta durante varios años. Un dato que, contrario a lo que se pueda creer, no se concentra únicamente en las zonas rurales, sino también en las zonas urbanas.

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Según las estimaciones del año 2014, el 33% de la población japonesa estaba por encima de los 60 años, el 25,9% tenía 65 años o más, y el 12,5% tenía 75 años o más. A estos datos hay que sumarle que las personas mayores de 65 años contribuyen a un quinto de su población total, y se calcula que llegarán a ser un tercio en el año 2050.

El país tuvo un boom en la posguerra entre 1947 y 1949, sin embargo, la ley aprobada en 1948 permitió el fácil acceso a los abortos, seguido de un período prolongado de baja fertilidad, lo que resultó en el envejecimiento de la población lentamente. Hoy se piensa que el envejecimiento continuado es el resultado de una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo, combinada con la mayor expectativa de vida.

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Estimaciones y dinámicas de envejecimiento en Japón

Las estadísticas indican que el número de japoneses de 65 años o más, casi se cuadruplicó en los últimos cuarenta años hasta superar los 33 millones en 2014, representando el 26% de la población de Japón.

En el mismo período, el número de niños (de 14 años o menores) disminuyó del 24,3% de la población de 1975 al 12,8% del 2014. Un dato revelador es que el número de personas mayores superó el número de niños en 1997. Este cambio en la composición demográfica de la sociedad japonesa ha tenido lugar en un lapso de tiempo más corto que en cualquier otro país.

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¿Y el futuro? De acuerdo con las proyecciones de la población con la tasa de fecundidad actual, las personas con más de 65 años representarán el 40% de la población en 2060, y la población total caerá en un tercio, de los 128 millones del 2010 a 87 millones en 2060.

Puestos a ser tremendistas, algunos economistas de la Universidad de Tohoku establecieron una cuenta atrás para la extinción nacional, una que estima que Japón tendrá sólo un hijo restante en 4205.

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Razones para tener una alta esperanza de vida

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Como decíamos antes, la razón del creciente envejecimiento de la población de Japón se debe a la alta esperanza de vida, que en 2016 fue de 85 años, similar a la de Singapur, y menor que la de Mónaco. En este caso, la esperanza de vida era de 81,7 para los hombres y 88,5 para las mujeres.

Dado que la población general de Japón está disminuyendo debido a las bajas tasas de fecundidad, el envejecimiento de la población está aumentando rápidamente. Factores como la mejora de la nutrición, las tecnologías médicas o los fármacos avanzados redujeron la prevalencia de enfermedades y mejoraron las condiciones de vida. Los expertos también añaden la paz y la prosperidad tras la Segunda Guerra Mundial, contribuyendo al crecimiento económico.

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Sin embargo, una noticia que debería celebrarse como es el aumento de la esperanza de vida, se está transformando en un problema que no habían considerado. La proporción del gasto en atención médica se ha disparado, aumentado drásticamente a medida que la población mayor pasa más tiempo en los hospitales.

Un país de centenarios 

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Hace muy pocos meses se ofrecía el dato a través del Ministerio de Salud del país. Japón había roto su propio récord de la mayoría de centenarios por 46º año consecutivo. La suma total era de 65 mil personas con 100 o más años, un porcentaje de récord en el planeta.

La hazaña suena positiva, especialmente en un país donde la longevidad es tan apreciada que el 19 de septiembre de cada año se celebra el Respect for the Aged Day, una fiesta nacional en la que los miembros del “club de los 100" reciben un plato de sake de plata. Sin embargo, tener tanta gente viva durante tanto tiempo se está convirtiendo en una carga para la economía de la nación.

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Las personas mayores, aunque reverenciadas, se están comiendo los recursos a un ritmo que las generaciones más jóvenes no pueden igualar. Un ejemplo: en el año 2014 se otorgaron a 59.000 centenarios el plato de plata, con un coste a las arcas del estado de aproximadamente 2.1 millones de dólares. Si lo comparamos con 1966, el país sólo tuvo que dar unos pocos cientos de estos “premios”. En 1998, el número ya había subido a 10.000, y en el 2016 el Ministerio anunciaba los 65.692.

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Dado que el país sólo parece estar envejeciendo, el gobierno ha decidido que 2016 será el primer año en que Japón cambia su plato de plata por una alternativa más barata y “plateada”. Eso sí, los nuevos miembros también recibirán una carta de felicitación por el logro.

Es sólo un ejemplo, pero sirve para entender el gran desafío al que se enfrenta el país para tratar con su población envejecida. En todo la región, una generación de ciudadanos japoneses -en realidad, dos generaciones- están entrando en la edad de jubilación. De los 127 millones de personas que viven, aproximadamente el 25% son ya de más de 65 años.

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Además, las generaciones que supuestamente reemplazan a los ancianos no se están “reproduciendo”. Los países necesitan una “tasa de fertilidad de reemplazo” de 2,1 nacimientos por mujer para evitar que la población se contraiga. La tasa de fertilidad de Japón es de 1,4, resultado de que las mujeres se centran más en sus carreras.

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¿El resultado final? La economía del país ha ido disminuyendo durante décadas. Esta peligrosa mezcla ha llevado a lo que los economistas denominan una “bomba del tiempo demográfica”, un escenario bastante apocalíptico en el que Japón podría desaparecer si no anima a sus jóvenes a comenzar a tener hijos.

Lo que parecía una señal en forma de juego para el 4205, comienza a repetirse con demasiada frecuencia. Para un país cuya tradición lo es todo, esos platos de sake “sin plata” son la mayor de las advertencias. [Wikipedia, Xinhua, BusinessInsider, Oxford Academy]