
Cuando acudimos a una cadena de supermercado grande de los que podemos encontrar en un centro comercial o una nave industrial, siempre hay un denominador común: las únicas ventanas al exterior se suelen encontrar en la entrada, una vez dentro, ni rastro de luz natural. ¿A qué se debe?
Como en casi todo dentro de un supermercado, está absolutamente estudiado. En este caso, la falta de ventanas que den al exterior es un componente de la psicología de las compras minoristas, donde los minoristas intentan crear un entorno en el que las personas se sientan cómodas para gastar tiempo y, sobre todo, dinero.
Esta también es la razón de que muchas tiendas tengan pisos de baldosas, que a su vez hacen que los carritos hagan más ruido, lo que obliga a los compradores a reducir la velocidad instintivamente y buscar más. Y sí, lo mismo ocurre con la música, según el tipo de “banda sonora” el consumidor está siendo invitado a acelerar o ralentizar las compras.
Pero volviendo al tema de las ventanas, las tiendas buscan una sensación de tiempo suspendido, donde los compradores no noten las inclemencias del tiempo ni la posible oscuridad inminente. Cuanto más tiempo compran, más gastan.
Además de la economía, también hay consideraciones prácticas. Las ventanas grandes que dejan pasar la luz del sol pueden hacer que los paquetes se decoloren, haciéndolos parecer gastados a los consumidores. De hecho, cambiar el valioso espacio de la pared por ventanas también reduciría la cantidad de exhibidores y productos disponibles para los compradores. [BusinessInsider]