En la pasada feria IFA ya os ofrecimos un pequeño avance de primera mano (o de primera muñeca, para ser más exactos) del Samsung Galaxy Gear. Nuestros compañeros de Gizmodo US lo han probado ahora a fondo y ya sabemos si este reloj (¿inteligente?) merece la pena o no. ¿Es este smartwatch la respuesta que buscábamos en accesorios para llevar puestos?
Un reloj conectado
El Samsung Galaxy Gear es un accesorio para smartphones Android 4.3 de la serie Galaxy. Es conveniente dejar claro esto desde el principio para que nadie se llame a engaño o se deje llevar por el entusiasmo de los anuncios. El dispositivo funcionará con varios de los terminales insignia de la familia Galaxy, pero no hay indicios de que Samsung vaya a abrir el Gear a otras marcas en un futuro próximo. De momento, el único terminal compatible es el Samsung Galaxy Note 3, del que os ofreceremos un análisis pronto en Gizmodo ES.

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Una vez emparejado mediante Bluetooth de bajo consumo, el Galaxy Gear sirve fundamentalmente como centro de notificaciones al Note 3. Su objetivo es que no tengamos que sacar el phablet del bolsillo tan a menudo.
Especificaciones del Samsung Galaxy Gear
• Conexiones: Bluetooth
• Sistema operativo: Android modificado
• CPU: 800MHz single-core
• Pantalla: Super AMOLED de 1.63 pulgadas y 320 x 320 píxeles (278 PPI)
• RAM: 512 MB
• Almacenamiento: 4 GB
• Camara: 1.9 MP
• Batería: 315 mAh
• Peso: 72,8 gramos
• Precio: 299 dólares / euros
Diseño y hardware
El Samsung Galaxy Gear ofrece una pantalla Super AMOLED de 1,63 pulgadas y resolución 320 x 320. Eso implica una densidad de píxeles bastante alta, imágenes nítidas y los negros puros propios del AMOLED. La pantalla se ve realmente bien pese a su pequeño tamaño. Eso sí, el sol directo no le sienta bien. Se ve mejor que muchos smartphones, pero a plena luz del día tendremos que cubrirlo para ver bien la pantalla.
Alrededor de la pantalla encontramos un marco de acero inoxidable indisolublemente unido a la correa, en la que está la cámara de 1,9 megapíxeles y el micrófono (en la parte inferior, junto al cierre). La correa no está mal, pero no da mucha sensación de lujo, y su rigidez la hace algo incómoda. Con todo, las dimensiones del Gear no estorbarán a quienes ya estén acostumbrados a llevar relojes grandes. El dispositivo tiene un nivel de protección IP 55 frente a agua y suciedad. En otras palabras, podemos sudar con él puesto o dejar que la lluvia lo salpique, pero no sumergirlo o meterlo debajo del grifo.
En el interior, el Gear ofrece un procesador a 800 MHz, 512MB de memoria RAM y 4GB para almacenamiento. ¿Es suficiente potencia para un dispositivo tan pequeño? La respuesta más adelante.
Usando el Gear
Un detalle muy poco pulido del Galaxy Gear es el cierre de la correa. Es incómodo, cuesta cerrarlo, y no es raro acabar pellizcándonos la piel. Pese a que cuenta con siete ajustes para diferentes tallas, la diferencia entre una talla y otra es demasiado grande. Eso se traduce en que en un punto nos queda demasiado flojo, y al siguiente nos estrangula la muñeca. El volumen del cierre hace, además, que sea muy incómodo escribir en un teclado con las muñecas apoyadas en la mesa. El Samsung Galaxy Gear te dejará huella... literalmente.
El cargador es otro misterio del Gear. En lugar de diseñar algún accesorio sencillo en el que posar el reloj para que cargue (sea por inducción o mediante contactos), Samsung ha diseñado una especie de Chaqueta de plástico en la que hay que enfundar el smartwatch para cargarlo. Esta chaqueta esconde también la conectividad NFC. La autonomía es, curiosamente, uno de los puntos fuertes. Al menos dura más de un día y, si no lo usamos mucho, podemos estar sin cargarlo dos días enteros.
La cámara del dispositivo da para lo que da, o sea, para capturar notas de imagen y poco más. No esperéis poder llevar el reloj como sustituto de la cámara de un smartphone y mucho menos de una cámara hecha y derecha. El Gear graba vídeo en clips de 506 x 506 píxeles, pero su calidad en enfoque y luminosidad es mediocre.
El micrófono y el altavoz integrados también dan problemas. El primero nos permite hacernos oír, pero con abundante ruido ambiental. En cuanto al segundo, el volumen es demasiado escaso, y eso acaba por obligarnos a consultar la pantalla cada dos por tres por si nos hemos pasado alguna notificación.
Software
El Samsung Galaxy Gear utiliza una versión prácticamente irreconocible de Android. Toda la configuración del reloj se realiza desde la aplicación Samsung Gear Manager que se descarga al sincronizar por primera vez el Galaxy Note 3 con la base de carga NFC. En el fondo, que la coinfiguración sea a través del smartphone en vez de en el mismo reloj es una bendición.
Antes preguntábamos si un procesador a 800 MHZ con 512MB de RAM eran suficientes para mover Android en un reloj. La respuesta corta a esa pregunta es no. No sabemos si es un problema de cómo han desarrollado la versión de Android, de la pantalla o de la falta de músculo interno.
Sea por una razón u otra, la respuesta del Gear al tacto no es ni rápida ni precisa. Para empeorar las cosas, el Galaxy Gear no parece capaz de ejecutar aplicaciones en multitarea. Cuando salimos de una aplicación, el reloj la cierra. Esto es especialmente incómodo si queremos, por ejemplo, chequear un correo mientras estamos corriendo con Runtastic.
El reloj tiene algunas funciones muy convenientes como la posibilidad de que el reloj desbloquee automáticamente el móvil por proximidad, o el hacer sonar el timbre del teléfono desde el reloj para encontrarlo. El Galaxy Gear viene también con un buen puñado de aplicaciones precargadas (calculadora, tiempo, notas de voz, cámara, galería de fotos, podómetro...). Desafortunadamente, el volumen de aplicaciones disponibles para el reloj es muy pequeño.
El corazón del Galaxy Gear, su auténtica utilidad, está en las notificaciones. En ese sentido, poder leer los correos electrónicos o contestarlos brevemente desde la muñeca es todo un lujo. La pega es que el smartphone sólo funciona con las aplicaciones nativas de Samsung. Si utilizas la aplicación oficial de Gmail (algo muy probable, sobre todo teniendo en cuenta que estamos hablando de dispositivos Android y de uno de los servicios de correo más populares del planeta), el Galaxy Gear sólo te informa de que tienes un nuevo correo y te remite al Note 3 donde, extrañamente, el desbloqueo por proximidad ya no está activo. Mal.
No es que todo sea malo en el software del reloj. Aplicaciones como Runtastic o Evernote dan lo que se espera de ellas, pero la sensación general es que el Samsung Galaxy Gear es una prueba de concepto, una beta muy cara en la que hay pocas aplicaciones, estas no están todo lo pulidas que debieran, y la interfaz nos obliga a invertir más tiempo del necesario hasta encontrar lo que buscamos.
Conclusiones, precio y disponibilidad
El Samsung Galaxy Gear cuesta 299 dólares / euros y está disponible en todos los mercados en los que también lo esté el Galaxy Note 3. Para ser un producto tan poco acabado, es excesivamente caro. Si te sobran 300 dólares (o euros) y eres un curioso insaciable, o quieres desarrollar sobre el dispositivo quizá sea una opción.
El Samsung Galaxy Gear ha abierto también un auténtico debate interno en Gizmodo sobre si los smartwatch algún día servirán para algo. Unos opinan que el propio concepto está equivocado. Para mi gusto, el potencial está ahí, en alguna parte, pero todavía no se ha llegado a sacarle todo el partido. Un smartwatch debería estar pensado con la comodidad y la inmediatez en mente. El Galaxy Gear es muchas cosas, pero entre ellas no están ni la comodidad, ni la agilidad, ni la conveniencia.