
En octubre de 2020, una pequeña nave espacial aterrizó brevemente sobre un asteroide para llevarse algunas muestras de él y traerlas de vuelta a la Tierra. Casi dos años después, los científicos han descubierto que, si la nave espacial OSIRIS-REx hubiera prolongado su estancia un poco más, se habría hundido directamente en el asteroide.
Eso es porque el asteroide Bennu no se parece en nada a lo que los científicos habían predicho. En lugar de ser una sólida roca, Bennu en realidad estaba formado por pequeñas partículas parecidas a guijarros que no se encontraban fuertemente unidas entre sí, lo que creaba mucho espacio en su superficie. Sería algo comparable a una piscina de bolas de plástico, escribía la NASA en un comunicado. “Nuestras expectativas sobre la superficie del asteroide eran completamente erróneas”, afirmaba Dante Lauretta, investigador principal de OSIRIS-REx y autor principal del artículo en el que se detallaba estos hallazgos.
OSIRIS-REx llegó al asteroide en diciembre de 2018 con la misión de recuperar una muestra de Bennu y llevarla a la Tierra para su análisis. La nave espacial aterrizó en Bennu en octubre de 2020, extendiendo su brazo robótico para recoger una parte del asteroide. OSIRIS-REx encendió de inmediato sus propulsores para alejarse de Bennu. El sistema de recogida de muestras de la nave espacial tocó la superficie de Bennu durante unos 6 segundos antes de ser retirado, removiendo por el camino polvo y piedras del asteroide y permitiendo que la OSIRIS-REx obtuviese más de 50 gramos de material.
El breve encuentro dejó una caótica explosión de piedrecitas y un cráter de 8 metros de ancho. “Cada vez que probamos el procedimiento de recolección de muestras en el laboratorio, apenas hicimos una pequeña muesca”, dijo Lauretta. Pero después de revisar las imágenes de la muestra real, los científicos quedaron confundidos. “Lo que vimos fue una enorme pared de escombros que salía del lugar donde habíamos obtenido la muestra”, dijo Lauretta. “Dijimos, ‘¡Dios mío!’”
Después de analizar el volumen de escombros visto en las imágenes del antes y el después del lugar de aterrizaje, los científicos descubrieron que OSIRIS-REx se había topado con menos resistencia de la que habían pensado, o ciertamente no el tipo de resistencia que uno esperaría al aterrizar sobre un cuerpo rocoso. Cuando la nave espacial encendió sus propulsores para marchar, se estaba hundiendo en el asteroide.
“Si Bennu fuese completamente compacto, eso implicaría una roca casi sólida, pero encontramos mucho espacio vacío en la superficie”, afirmaba Kevin Walsh, miembro del equipo científico de OSIRIS-REx y autor principal de un segundo artículo sobre la composición de Bennu.
Cuando OSIRIS-REx llegó por primera vez al asteroide, las imágenes revelaron que su superficie estaba llena de rocas, en vez de tratarse de una superficie arenosa y lisa como habían predicho. Las imágenes también mostraron que Bennu estaba escupiendo pequeñas piedrecitas al espacio. “Creo que todavía estamos comenzando a comprender qué son estos cuerpos y por qué se comportan de manera muy distinta a lo que habíamos intuido”, concluyó Patrick Michel, científico de la misión OSIRIS-REx.