Hasta esa fecha, las olas monstruo eran una mera leyenda, relatos terroríficos de marineros sin ninguna constancia científica. La ola Draupner sirvió para que la ciencia comenzara a estudiar las olas monstruo como algo mas que mera ficción.

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Desde entonces las boyas oceánicas han registrado en sus sensores olas vagabundas de mas de 25 metros y barcos en alta mar aseguran haber divisado monstruos de hasta 30. El problema con esas olas sigue siendo el mismo. Aunque tenemos varias hipótesis seguimos sin saber exactamente por qué se producen. Para averiguarlo, un equipo de ingenieros de la Universidad de Oxford han simulado una serie de condiciones de oleaje (a escala) en el tanque de pruebas de 25 metros de diámetro del laboratorio de energía oceánica FloWave, en el Reino Unido.

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El premio gordo lo han encontrado al cruzar bancos de olas en un ángulo de 120 grados. Con esta orientación, las olas no se disipan o se anulan entre ellas. En lugar de ello suman su energía progresivamente para crear olas mucho más grandes. El equipo cree haber encontrado el patrón exacto que provoca la aparición de olas monstruo en alta mar, pero las fotografías de alta velocidad a la simulación han arrojado una sorpresa inesperada.

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La ola monstruo tiene un parecido sorprendente con un popular grabado japonés que se remonta a 1830, la gran ola de Kanagawa.

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La gran ola de Kanagawa, cuyo titulo original exacto es 神奈川沖浪裏(Kanagawa oki nami ura o Bajo una ola en altamar en Kanagawa), es un grabado realizado por el artista japonés Katsushika Hokusai entre 1830 y 1833. La estampa, realizada mediante una técnica de xilografía policromada llamada ukiyo-e, es una de las más famosas del periodo Edo, y probablemente una de las más conocidas fuera de Japón.

Es imposible saber si Hokusai llegó a ver una de estas olas vagabundas durante su vida, pero no faltan las interpretaciones de la obra que aseguran que puede estar basada en una experiencia vital del pintor. La coincidencia es meramente anecdótica, pero atestigua el peligro real que suponen estas olas para las embarcaciones. El estudio de Oxford puede ser la piedra de toque sobre la que crear un sistema de satélite que permita predecir con mas precisión la formación de estos monstruos errantes. [Journal of Fluid Mechanics vía University of Oxford]