Elegir un juguete que los más pequeños no abandonen en dos días y que a su vez sea bueno para su desarrollo es difícil. El juego de lógica más promocionado a veces funciona, pero la mayoría de las veces no. La razón es que los niños no se sienten necesariamente motivados por cualquier cosa complicada, ni aprenden con algo que les parezca aburrido. Por suerte, sí existen formas de llamar su atención.
Los juguetes ideales dependen de la edad, pero también del ritmo del niño en cuestión
Enpezando por lo simple, y como norma general únicamente, los niños de 0 a 6 meses necesitan juguetes que les ayuden a descubrir texturas, colores y formas, o que interactúen con su cuerpo. Por ejemplo: los sonajeros, móviles de cuna, mordedores o alfombras con actividades son buenas elecciones. De 6 a 24 meses se interesan por objetos sonoros, por apilar y encajar formas. De 3 a 5 años predomina el gusto por juguetes de uso en el exterior y los artísticos: las bicicletas, los monopatines, coches teledirigidos, muñecos, cajas de colorear, bailar...
El interés por las actividades “mentalmente complejas” aparece aproximadamente a partir de los 8 años, con juegos de estrategia y reflexión, audiovisuales, electrónicos y de tipo experimental. En este caso se destaca que lo importante es que sean “desafiantes”.
Poco a poco desaparecerán las ganas de jugar, conforme se acerca la preadolescencia, pasando a interesarse por construir una identidad propia en base a los gustos personales. Por ello, a partir de los 12, se supone que se suele acertar con libros, música y, por supuesto, videojuegos.
Ten en cuenta lo que el niño quiere
Qué juegos son adecuados para qué edades, en términos generales, suele venir indicado en los envoltorios, pero no se debe olvidar que cada niño tiene su ritmo evolutivo y algunos quizás se interesen por cosas más avanzadas. Por tanto, la primera cuestión es no comprar lo que creemos que le tiene que gustar, sino lo que de verdad le gusta. “Escuchar el interés del niño es básico, ya que desde la motivación es desde donde se genera el interés”, afirma para Gizmodo en Español Almudena Valle Sastre, logopeda.
En general los infantes desarrollan su personalidad a medida que descubren y prueban estímulos, sus “preferencias” están configurando su forma de ser. Por tanto, resulta muy importante que les permitamos elegir. “Hay que regalar algo que el niño pida, no deben elegirlo los adultos”, afirma para Gizmodo en Español Graci Molines, psicóloga infantil de Siquia.
Si, por ejemplo, al niño le gustan las videoconsolas, hay infinidad de juegos que sirven para agudizar el ingenio, para aprender matemáticas o incluso con preguntas de cultura general que le pueden gustar, pero es importante recordar desde el principio su preferencia por las consolas, y no intentar colarle por la fuerza, por ejemplo, un tablero de ajedrez si nunca demostró interés sobre ello.
Jugar fuera también es bueno para la mente
Por otra parte, no necesariamente los juegos mentales solitarios tienen por qué ser mejores. Según comenta Almudena, es probable que los juegos sean más enriquecedores en grupo. Incluso que muchas actividades al aire libre requieran de su lógica y dedicación plenas.
Según los expertos, los juegos al aire libre pueden enseñar a manejarse entre iguales, a subir la autoestima, a aprender que perder no es malo, compartir y trazar estrategias grupales o simplemente a comunicarse. Si lo hace en compañía de los padres se aprovecha a pasar un “tiempo de calidad” con ellos.
En cuanto a puzzles, los juegos de ejercicio mental o los tipo rompecabezas, aquí los expertos creen que las secuencias, lógica, matemáticas, etc., son favorecedores de los prerrequisitos que necesitamos para aprender: “La memoria, el calculo y el desarrollo del lenguaje sientan las bases para otras actividades, los mejores juegos en este sentido son aquellos que tienen un alto contenido manipulativo y visual, porque hace que el razonamiento y calculo matemático sean conceptos menos abstractos y más cercanos”, comenta Almudena.
Estos juguetes facilitan el aprendizaje sin que el pequeño se dé apenas cuenta porque entra en competición consigo mismo o con otros, y esto hace que el contenido no le parezca aburrido.
Tampoco hay por qué discriminar a los “juguetes de toda la vida”, entendiéndose como no electrónicos. No son mejores ni peores, pero según la psicología los juegos tradicionales ayudan a agudizar más el ingenio y la imaginación porque la información que se da no está tan elaborada y tienen que utilizar más sus propias imágenes mentales para rellenar la información.
Cómo conseguir el interés por juguetes que ejercitan la mente
El problema con este tipo de juegos es que al poco tiempo pierden la atención del pequeño, y tampoco suele ser lo primero que piden. Como lo prioritario es el niño, si lo que queremos regalarle no coincide con lo que pide, la técnica recomendada por logopedas es dárselo al principio del periodo vacacional, aunque este no venga “de parte de Papá Noel o de los Reyes Magos (en España)”, sino como un extra adelantado.
La intención es hacerlo atractivo desde antes de que lleguen los que sí ha pedido y se lleven toda su atención. Si conseguimos que le dé una oportunidad, igual se sorprende y le gusta más de lo que pensaba.
Aquí también es importante notar que a los niños, normalmente, les gusta “parecer adultos”. Desarrollan interés por algo cuando ven que a los mayores también les interesa, y los imitan: “Cuando jugamos nosotros con ellos, que le empiece a gustar algo nuevo tiene mas de un 50% de posibilidades de éxito, porque el niño lo que busca no es aprender sino divertirse con el entorno y especialmente le importa ser el centro de atención”, concluye Almudena.
Cuánto regalar: ni muchos regalos, ni los más caros sustituyen a un poco atención
En cuanto a la cantidad de regalos, ninguno de los expertos consultados está a favor de regalar demasiado, ya que el exceso de cosas hace que se pierda el interés. Además, así el niño aprenderá que hay que elegir. “El exceso de juguetes impide el desarrollo de la fantasía y acaba provocando aburrimiento”, amplia Molines.
Hablando de precios, y contrariamente a lo que parece, el mejor juguete no es necesariamente el más caro. Aunque es importante tener en consideración si el niño desea un juguete determinado, no es conveniente comprar juguetes elitistas por capricho. Según la psicología, debemos evitar que el niño desarrolle baja tolerancia a la frustración por ese deseo constante de padres y familiares de satisfacer sus peticiones espontáneas como protocolo.
Finalmente, y en conclusión, los mejores juguetes son aquellos que suponen enfrentarse a estímulos nuevos, estos ayudan a agudizar más el ingenio, la estrategia, la resolución de problemas y la imaginación. Que supongan en última instancia un desafío dependerá del ritmo evolutivo del niño y no existe una receta fija para ello. Sin embargo, por suerte, los niños suelen tener muy claro lo que quieren y pocos escrúpulos para pedirlo. Escuchemos. Para hacer más interesantes los juegos que nos interesan, pongamos tiempo y demos ejemplo. Los juguetes no pueden dar cariño ni compañía, nosotros sí.