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Conduje un patinete eléctrico lo más lejos de la civilización posible hasta agotar las baterías

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Casi inmediatamente después de que aparecieran los patinetes eléctricos de alquiler, todo el mundo tenía una opinión sobre ellos. Empezaron a aparecer en aceras por todo el Bay Area de San Francisco a finales de 2017 (solo costaba $1 activarlos) y marcas de cuatro letras con nombres como Bird y Lime empezaron a pelearse por dominancia del mercado vampírico establecido por startups. Las personas estaban emocionadas por compartir sus impresiones, aunque no les preguntabas.

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En general, la mayoría de las personas decían que eran malos. Afirmaban que eran peligrosos, que bloqueaban los caminos de los peatones, que contaminaban nuestros ríos y arroyos hermosos y que estaban gestionados por empresas tecnológicas financiadas por fondos de riesgo que afectarían de forma negativa a la infraestructura de transporte público para hacer dinero fácil.

Los pocos aspectos positivos — que podrían quizá reducir el tráfico de coches, que eran baratos (por lo menos de forma temporal, hasta que una empresa controla el mercado), que son útiles en áreas sin opciones de transporte público fiables — no parecían gran cosa en comparación.

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Yo tenía una pregunta: quería saber lo más lejos que podían ir los patinetes con una carga. ¿Se podría usar el patinete eléctrico para escapar? ¿Sería posible conducir el patinete hasta la naturaleza, más allá de la civilización humana y sus conflictos, por 25 céntimos por minuto? Decidí averiguarlo.

El plan era simple. Buscaría un patinete eléctrico para alquilar cerca del área del Presidio en San Francisco. Después de eso, lo conduciría a través del Puente Golden Gate, viajaría en dirección noreste por las colinas laberínticas de Marin Headlands y conduciría directamente hacia el mar. Seguiría conduciendo por el norte a lo largo de la costa hasta que se muriera la batería del patinete. Y por fin sería libre.

Era una idea muy estúpida. Aún así, pensé que podría responder algunas preguntas que tenemos muchos sobre los patinetes eléctricos. Por ejemplo, ¿se apagan cuando los conduces fuera de los límites establecidos? ¿Qué pasa con el alquiler en la aplicación cuando se mueren las baterías del patinete? ¿Te castigan por salir fuera del área de servicio? ¿Te llevan a una prisión electrónica por hacer eso?

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Para conducir uno de estos patinetes, a menudo tienes empezar tratándolo como una búsqueda de tesoro. Considerando que las personas los pueden dejar en cualquier lado, están en lugares aleatorios de la ciudad. En las aplicaciones, hay mapas que muestran todos los patinetes disponibles. Yo encontré uno de Skip, una de las dos empresas permitidas para operar en San Francisco, en el barrio Inner Richmond, con un 79% de batería. La mayoría de las baterías de los patinetes pueden recorrer aproximadamente 24 kilómetros, aunque la página de Skip dice que sus dispositivos pueden recorrer 48 kilómetros. Aunque solo tenía tres cuatros de su autonomía total, pensé que podría llegar lo suficientemente lejos.

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Antes de empezar mi viaje, investigué las reglas de Skip en su web para ver si había algo que oficialmente prohibía conducir uno de sus patinetes lejos de la civilización. En su web, la empresa afirma que para poder ser un “embajador increíble”, uno debe ponerse un casco (te puedes poner en contacto con ellos para conseguir uno gratis), evitar aceras y evitar los parques de la ciudad. Considerando que el Headlands y el Presidio con parques nacionales, pensé que no tendría problema.

Además, los términos de servicio de Skip mencionan un montón de actividades prohibidas, como tomar fotos de otros usuarios sin su permiso o ser un racista (en serio dicen esto, léelos), pero no mencionan nada sobre conducir un patinete hasta que se acabe su batería para escapar de la sociedad. Lo mejor de todo es que las tarifas de Skip afirmaban que la empresa “podría cobrarte una tasa de $25 por los patinetes o viajes fuera del área de servicio”. Esto me pareció una penalización totalmente razonable.

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Después de terminar mi investigación, encontré un patinete en la calle (en la misma posición que todos los otros, tumbado sobre una acera), lo desbloqueé y empecé mi viaje al mundo salvaje.

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Quiero comentar algo obvio: cuando conduces un patinete electrónico, pareces un gran perdedor. Cuando vi mi reflejo en la ventana de una tienda, me daban ganas de golpearme. A pesar de esto, el viaje por el Presidio era hermoso y estimulante. En un terreno plano, el dispositivo funcionó bien, avanzando a unos 25 kilómetros por hora. El rendimiento sufrió cuando llegué a las colinas, sin embargo, momento en el cual la velocidad bajó a 12 kilómetros por hora. Pero aún cuando intentaba atravesar las colinas más impresionantes, la máquina nunca se rindió. Giré y luego vi al enorme Puente Golden Gate en frente de mí. Podía ver el brillo del mar al lado mío.

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El Presidio está fuera del área de servicio de Skip, que se limita a San Francisco y excluye sus parques. En la aplicación, se puede ver un límite alrededor del mapa de la ciudad. El área fuera de este límite está de color morado, en tierra de nadie, libre de patinetes y presuntamente habitado por padillas violentas con pobre acceso al transporte. Cuando llegué a este territorio de nadie, pensé que mi patinete se apagaría y que todo mi plan se arruinaría en ese momento, dejándome a la merced de las pandillas y sus caprichos perversos. Pero cuando llegué a la zona morada, el patinete siguió moviéndose, lo cual significaba que estaba seguro… por ahora.

Llegué al Puente Golden Gate y empecé a cruzar. Estaba lleno de turistas y personas con bicicletas en lycra. Aparte de algunas miradas raras de las personas en el puente, crucé el puente sin problemas. El camino de bicicletas en la parte oeste del puente era amplio y acogedor.

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Más allá del puente, la pequeña pantalla en el patinete indicó que tenía un 50% de batería. No era exactamente una buena noticia, pero tenía que ser suficiente. Conduje hacia el oeste hasta la zona Headlands. El motor batalló en subir una colina a ocho kilómetros por hora. Aunque iba lento, logró pasar un grupo de personas en bicicleta, que me miraron con desprecio.

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Había vistas impresionantes en frente de la bahía. Me hubiera gustado tomar un momento para apreciarlas, pero estaba demasiado ocupado intentando evitar ser atropellado por los coches que pasaban a mi lado, cuyos conductores estaban disfrutando estas vistas totalmente protegidos por la armadura de acero de sus vehículos. Aparte de eso, el camino estaba en mal estado. Había pierdas y escombros que habían sido arrastrados por las tormentas de lluvia masivas de las semanas anteriores, y seguían ahí por el cierre del gobierno estadounidense, que seguía en pie en aquel momento. Aunque era un camino peligroso, continué sin miedo, inspirado por la idea de una vida mejor y más simple.

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Fue en este momento cuando me empezó a doler el pulgar derecho. Para poder conducir el patinete, tienes que presionar el acelerador con tu pulgar. Empieza a dolor después de un rato. Quizá un día podremos ser uno con la tecnología para que esto no ocurra, pero hasta entonces, los patinetes no están hechos para largos recorridos.

Además, se debe mencionar que son de pobre calidad. Aunque están construidos para ser utilizados en áreas urbanas, su pobre construcción y ruedas pequeñas parecen mal preparados para viajar por las calles viajes en mal estado de la ciudad. Podrían ser derrotados por los agujeros más pequeños. ¿Acaso deberíamos dejar que cualquiera conduzca estas cosas sin supervisión? Digo esto como alguien que pasó la mayoría de su vida adulta utilizando una bicicleta como principal modo de transporte en Nueva York: los patinetes son increíblemente peligrosos.

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Mientras conducía por las colinas, el tráfico se redujo, y con ello mi sentimiento de malestar. El viaje se convirtió en algo agradable otra vez. El mar me llamaba. Conduje cuesta abajo a lo largo de un camino sinuoso con facilidad. Me quedaba aproximadamente un 25% de batería.

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A final de la colina, paré para beber agua. Mientras destapaba mi botella, me di cuenta de que un coyote me estaba mirando. Nos miramos en silencio durante unos minutos. Era posiblemente el primer patinete eléctrico que había visto jamás. ¿Qué pensaba sobre esta nueva forma de transporte?

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El último tramo del camino era recto y plano, y llegué al mar sin dificultad. Paré a descansar en un aparcamiento de Rodeo Beach. Mi amigo Brandon, que me acompañó en este viaje, tomó unas fotos. Un grupo de niños se acercó a nosotros y nos preguntó si éramos YouTubers. Les dijimos que no, pero no nos creyeron, y nos empezaron a seguir. ¿Quiénes eran estas personas con sus costumbres extrañas?

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Milagrosamente, la batería del patinete no se había muerto todavía, así que continué en dirección norte hacia un camino de senderismo. Pasó un grupo de senderistas y sus perros. Les dijeron a sus perros que nos atacaran, pero sus perros estaban demasiado indisciplinados para hacerles caso.

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Cuando el camino para senderistas se empezó a convertir en un precipicio enorme, las cosas se vinieron abajo relativamente rápido. Las ruedas del patinete no podían con la arena y el lodo. Sus pantallas se apagaron, pero el motor seguía, continuando por unos minutos más antes de apagarse. Aún cuando estaba cerca de su final, la máquina era persistente.

Cogí el patinete y lo llevé fuera del camino para senderistas. Lo puse en un área plana en el precipicio, saqué el soporte con mi pie y lo aparqué. La aplicación me pidió que hiciera una foto del patinete para confirmar que no estaba bloqueando ninguna acera o caminos para peatones. En efecto, aquí con los coyotes y los árboles, no estaba violando ninguna normativa listada en la aplicación.

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En total, el viaje de 134 minutos solo me costó $34.50. Es posible que de repente termine costándome más, si Skip decide cobrarme una penalización por salir su área de servicio, pero a la hora de escribir esto, no me han cobrado ninguna tasa extra. Es un coste pequeño, considerando que estoy bastante seguro que he realizado el primer viaje a la tierra de nadie en un patinete eléctrico en la historia de los humanos. Espero mantener este récord por un tiempo, dado los límites en la autonomía de las baterías, y las restricciones que se implementarán en cuanto se publique este artículo.

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Será un récord difícil de vencer, pero no imposible. Uno podría coordinar para que un equipo de apoyo le siga, presuntamente en un coche, con maquinaria para cargar y realizar mantenimiento en el patinete. Esta caravana podría potencialmente permitir que uno atraviese todo Estados Unidos — o que uno viva su vida — en un patinete. Si se apuntan para ser un cargador de patinetes, es teóricamente posible alcanzar un especie de equilibro de alquiler de patinetes, en el cual los costes de la operación son anulados por los pagos que uno recibe por cargar los dispositivos. Sería un ciclo limpio y perfecto.

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Después de disfrutar de las vistas por un momento, decidí que esta no era la vida para mí. Era una falta de educación traer un patinete a un mundo al cual no pertenecía, donde contaminaría el medioambiente. Desgraciadamente, el patinete ya no aparecía en la aplicación, y sus ruedas estaban bloqueadas. Estaba atascado.

Así que lo cargué y lo bajé por la montaña por aproximadamente un kilómetro y medio. Aunque su batería estaba muerta, el patinete me pitaba con rabia por todo el camino. Cuando llegue al aparcamiento de Rodeo Beach, lo deje cerca de unos baños públicos.

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Luego, fui a esperar en una parada de autobús. El autobús apareció a la hora prevista y regresé a la civilización. El transporte público es genial, ¿no crees?

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Joe Veix es un escritor y artista viviendo en Oakland, California.