El físico estadounidense Leon Max Lederman murió este miércoles por complicaciones relacionadas con una demencia senil. En vida, ganó un premio Nobel por su investigación sobre neutrinos y se convirtió en un autor de éxito tras acuñar la expresión “partícula de Dios”, que aún se usa para describir al bosón de Higgs. Pero últimamente, Lederman había acaparado titulares por tener que vender su premio Nobel para pagar las costosas facturas médicas que derivaron de su enfermedad.
Leon Lederman nació el 15 de julio de 1922 en Nueva York, donde su padre operaba una lavandería de mano. Se licenció en química en el City College, sirvió en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial y fue a la Universidad de Columbia, donde se doctoró en física de partículas. En 1979, Lederman se convirtió en el segundo director del Laboratorio Nacional Fermi y supervisó el que fuera el acelerador de partículas más potente del mundo hasta el encendido del Gran Colisionador de Hadrones en 2008.
En 1988, Leon Lederman, Melvin Schwartz y Jack Steinberger fueron galardonados con el Premio Nobel de Física por desarrollar un método de detección de neutrinos que permitió demostrar la doble estructura de los leptones. Este descubrimiento dio pie a la creación del modelo estándar, una teoría que predijo el hallazgo de varias partículas elementales, entre ellas el bosón de Higgs, a la que Lederman se refirió en el libro La partícula de Dios: si el universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta? publicado en 1993.
A pesar de su impresionante carrera como académico, investigador y divulgador científico, Lederman tuvo que vender el premio Nobel para poder hacer frente a las facturas médicas derivadas de su demencia. Un comprador anónimo se hizo con la medalla de oro en 2015 por 765.000 dólares. Hoy los obituarios recuerdan la vida de Leon Lederman, pero también son una crítica al sistema de salud de Estados Unidos, el único país rico que no garantiza la atención médica a todos sus ciudadanos.