Ahora que oímos hablar tanto sobre controles de acceso a los inmigrantes, deportaciones masivas e incluso de obras titánicas para crear muros que separen a los países, vale la pena echar la vista atrás. Hace no mucho, incluso había leyes que aprobaban la esterilización forzosa de los inmigrantes. Y no fueron los nazis.
Dicen que antes de convertirse en líder, Hitler había leído y se había quedado profundamente impresionado en muchas corrientes o movimientos médicos internacionales que estaban a favor de la eutanasia y de la mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos humanos.
De hecho, antes de que Hitler fuera Hitler, ya existían legislaciones y programas llevados a cabo en varios países como Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Dinamarca, Finlandia y un largo etcétera. Estos países, durante la primera mitad del siglo XX, aprobaron leyes como la esterilización masiva (y forzada) para inmigrantes o gente señalada como enfermos mentales.
Y en Estados Unidos precisamente estas leyes entraron en vigor a comienzos del S.XX. Y no sólo eso, como veremos a continuación, detrás de este movimiento que hoy podríamos interpretar como racista, había todo un nutrido grupo de intelectuales que lo apoyaban, celebridades como el mismo Nikola Tesla firmaban este proceso evolutivo hacia una cadena hereditaria superior.
¿Cuál es la diferencia con la Alemania nazi de Hitler? La gran diferencia fue el punto de partida. No se hablaba de eliminar a un pueblo o de exterminarlo. Para justificar la discriminación se hablaba de mejorar a la sociedad desde las leyes biológicas, de conseguir sujetos que se acerquen a la perfección.
Este fue el punto de partida de la eugenesia, cuyo pico de popularidad a principios del S.XX tuvo el apoyo de los grandes intelectuales y premios Nobel. Una búsqueda de la sociedad perfecta que no cesaría en su empeño hasta que se dieron de bruces con la realidad, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial.
El primo de Darwin
En el año 1859 Charles Darwin publicaba su innovadora teoría de la Selección Natural justificándola en El origen de las especies. De esta forma y por primera vez se postulaba que todas las especies de seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común mediante dicha selección natural. Si bien la evolución fue aceptada como un hecho por gran parte del público y de la comunidad científica, la teoría de Darwin sobre la evolución mediante selección natural no fue aceptada como la base del proceso evolutivo hasta bien entrado el S.XX (hacia 1930).
Sin embargo, muchos hombres de ciencia se sintieron atraídos por los cantos de sirena de la hipótesis y lo que podía dar de sí unida a otros conceptos. Uno de estos fenómenos se dio con lo que Darwin denominó como selección artificial, es decir, el proceso secular de la cría selectiva de animales domésticos para ampliar los rasgos deseables. Darwin decía que este proceso era el mismo mecanismo que la selección natural, con la única diferencia de que se aceleraba por medio de la influencia humana.
Y es aquí cuando aparece en escena el señor Francis Galton, primo Darwin, para darle una vuelta a la teoría. Ocurrió en 1865 cuando el tipo publica el artículo Hereditary Talent and Character. En realidad un ensayo donde venía a sugerir que se podría aplicar el principio de la selección artificial en los humanos, lo que podría (y debería si su primo Charles estaba en lo cierto) derivar en la consecución de humanos deseables durante generaciones. Así nacían los principios de la eugenesia, y durante los años siguientes las ideas detrás de la corriente ganaron la aprobación del mundo entero.
Ideas para crear sociedades deseables
La teoría parecía sencilla pero, ¿cómo llevarla a la práctica? Bien, en un esfuerzo por reducir la contaminación genética creada por esos “genes inferiores”, algunos gobiernos comenzaron a sacar leyes que autorizaban la esterilización forzosa de la que hablábamos. En este caso se dirigía a “los locos, idiotas, imbéciles, débiles mentales o epilépticos”, además de individuos con inclinaciones criminales o promiscuas. Suena distópico, pero esto no era una película. Cientos de miles de personas fueron forzadas o coaccionadas a dicha esterilización en todo el mundo, y en el país pionero, Estados Unidos, se calcula que unos 65 mil habitantes estuvieron implicados.
Y todo ello porque tanto Galton como el gran número de fervientes eugenistas estaban seguros de que se enfrentarían tarde o temprano a un inevitable declive. Ellos pensaban que los avances en medicina podrían tener gran éxito, tanto, que podrían mejorar la supervivencia y la reproducción de los individuos débiles, es decir, que trabajaban en contra de la evolución natural.
Pero no sólo eso. Los primeros defensores de la eugenesia también estaban angustiados por la observación de que los segmentos pobres de la sociedad industrializada tendían a tener más hijos que los acomodados. Se temía que esta fertilidad desequilibrada diluiría la calidad de los grupos genéticos humanos, lo que nos llevaría al deterioro de rasgos socialmente valiosos como la misma inteligencia. Incluso llegaron a denominar como disgénicos a la predicción del declive de la humanidad, la antítesis del movimiento eugésico. Ellos, sin ninguna duda, creían tener en su mano la llave para revertir la situación y reducir la cría de “débiles” aumentando la fertilidad de los ricos.
Cómo crear un tipo perfecto
Se podría decir que la piedra angular de la eugenesia era que todo el mundo tiene derecho a nacer sin ninguna predisposición a defectos genéticos evitables. Ya en 1911 nos podemos hacer una idea de cómo había calado el mensaje si acudimos a la enciclopedia británica. En aquel entonces definía a la corriente como “el mejoramiento orgánico de la raza a través de la aplicación sabia de las leyes de la herencia”. Si lo decía la “biblia” imagínense hasta donde caló.
Gente como HG Wells, Nikola Tesla, Graham Bell, Winston Churchill o presidentes como Woodrow Wilson comenzaron a promocionar y participar activamente en los valores de la eugenesia, la cual era vista como ciencia progresista. Y lo hacían convencidos de que era una oportunidad para crear un mundo mejor mediante el uso de procesos naturales para elevar la condición humana, tanto mental como físicamente. Tesla llegó a contar lo siguiente a la revista Liberty en 1937:
El año 2100 verá la eugenesia universalmente establecida. En épocas pasadas, la ley que rige la supervivencia del más fuerte mas o menos eliminaba las razas menos deseables. Luego la nueva sensación humana de compasión comenzó a interferir con el funcionamiento implacable de la naturaleza. Como resultado de ello, seguimos manteniendo vivos y criando a los no aptos.
El único método compatible con las nociones de civilización y raza para evitar la reproducción de los no aptos es la esterilización y la orientación intencionada del instinto de apareamiento. Varios países europeos y algunos estados de la Unión Americana esterilizan a los criminales y a los dementes. Esto no es suficiente. La tendencia de opinión entre los eugenistas es que tenemos que hacer que el matrimonio sea más difícil. Ciertamente, a nadie que no sea un padre deseable se le debe permitir la producción progenie.
Puede que hoy te parezca deleznable y ciertamente increíble que a nadie se le pasara por la cabeza las implicaciones éticas y morales para llevar a cabo este proceso, pero las preocupaciones de los eugenistas con respecto a una disminución en la inteligencia promedio no eran del todo irrazonables. Durante mucho tiempo se ha observado que la inteligencia es heredable en gran medida, de hecho tanto la ciencia como la cultura deben mucho de su avance a las contribuciones de “genios”, de talentos como Newton, Beethoven, Einstein, Hawking... y sobre esa base se apoyaban para continuar con la tarea.
Si tuviéramos que hablar de una primera ley o medida pre-avance de la eugenesia, sin duda debíamos acudir a Estados Unidos. Allí fue donde a finales del S.XIX se promulgó una ley para prohibir los matrimonios con cualquier persona que fuera “epiléptica, imbécil o débil”. De qué forma se puede evaluar a un “imbécil” o a un “débil” entra en el terreno de lo surrealista, pero así fue.
Unos años después la eugenesia cruzó el umbral de la hipótesis para entrar de lleno en la práctica. En 1907 el estado de Indiana erigió una legislación basada en la noción de que los rasgos socialmente indeseables son hereditarios. De esta forma la legislación decía sin ningún rubor que:
Será obligatorio que las instituciones del estado encargadas del cuidado de los débiles, idiotas, criminales, violadores e imbéciles examinen el estado mental y físico de los reclusos. Si a juicio del comité de expertos la procreación no es aconsejable y no hay probabilidad de mejora del estado mental del recluso, será lícito que los cirujanos realicen la operación para la prevención de la procreación.
Hablaban de esterilizar, y además lo llevaron a cabo sin informar al paciente de la naturaleza del procedimiento. Esa primera ley dio paso a muchas similares por todo Estados Unidos, leyes que perduraron décadas. Junto a la esterilización comenzaron a entrar en vigor las leyes restrictivas sobre inmigración. Estados Unidos tenía en alta estima a los pueblos nórdicos y anglosajones, a los que creían firmemente como poseedores de una superioridad genética. Las leyes de inmigración evitarían el paso de “extranjeros” que pudieran enturbiar el proceso de eugenesia.
Más tarde, en 1910, se creó la Eugenics Record Office en Nueva York. Allí se presentaban familias con supuesto pedigrí para la investigación genética, se promocionaron concursos en ferias estatales donde las familias acudían a competir a través de las pruebas con sus cuerpos, capacidad mental o incluso calidad de cría. En 1924 aquello comenzó a tomar una escalofriante desviación. El estado de Virginia promulgó una variación de la Ley de la esterilización que ampliaba a los posibles damnificados. Junto a ella llegó también la Ley de Integridad Racial, en esencia una ley que criminalizaba el matrimonio entre blancos y no blancos.
No fue hasta unos años antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial que algo empezó a cambiar. La filosofía eugenésica recibió el apoyo de los nazis, quienes aplicaron a su higiene racial el dogma de la eugenesia, lo que ayudó a que el mensaje penetrara a favor del público. Sin ir más lejos, cuando a los líderes nazis se les juzgó por crímenes de guerra, muchos citaron a Estados Unidos como la inspiración para el medio millón de esterilizaciones que llegaron a realizar.
Y aún así, en Estados Unidos las leyes eugenésicas siguieron vigentes (junto a los programas de esterilización) durante muchos años, aunque cada vez más silenciados. No fue hasta 1963 cuando todos los estados del país habían revocado sus leyes y desmantelado las legislaciones referentes a la esterilización.
¿Estaba el mundo a salvo de esta locura?
Genes, sociedad y futuro
Que los caminos de la eugenesia giraron hacia una trama espeluznante está fuera de toda duda. El recuerdo de lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial ha servido para erradicar cualquier pretensión de instalar leyes como las que se dieron. Pero puede que el futuro nos depare un encuentro en algún punto entre la filosofía y las necesidades de la civilización.
En la posguerra el público y la comunidad científica le dio la espalda a una propuesta que se asociaba con los abusos nazis, pero eso no significó que no se intentarán otras vías que bebían de sus ideas. Las preocupaciones acerca de la disminución de la especie se mantuvieron, aunque pasaron a centrarse en las enfermedades que aparecían.
El caso de Robert K. Graham fue un síntoma. El hombre, un genetista y millonario estadounidense, lanzó una propuesta similar hace no tanto. Graham amasó una gran fortuna al inventar una variedad de lentes de plástico irrompible para las gafas. Con el dinero fundó en 1980 el Repository for Germinal Choice, o lo que es lo mismo, un banco de esperma para genios que tenía como principios implantar un programa eugenésico “positivo”.
Se dedicó durante más de una década a promocionar el banco, a tocar puerta por puerta a los premios Nobel y mentes más lúcidas de nuestro tiempo con el fin de que generosamente le prestaran su semen, de obtener el esperma que podría mejorar la raza humana además de nutrirla de nuevos genios. Tenía la esperanza de que la institución generara miles de niños dotados. ¿Qué ocurrió?
Si bien cientos de mujeres pre-seleccionadas peregrinaron a la fortaleza de la fertilidad que había creado, sus rigurosas exigencias con los donantes no permitieron grandes cantidades de esperma “de genio”. Se sabe que contó con hasta 19 mentes extraordinarias como donantes (por ejemplo el premio Nobel de física William Shockley) y dos científicos anónimos con premio Nobel también, pero debido a la falta de fondos tuvo que cerrar en 1999.
Hoy se calcula que hay poco más de 200 niños nacidos bajo el manto del Repository for Germinal Choice en esas casi dos décadas de vida de la institución. Los que han hecho público su descendencia genética se han mostrado como excelentes talentos tanto física como intelectualmente, pero con tan pocos datos es imposible sacar conclusiones.
Pocos años después de que Graham fundara su institución, en 1983, un rabino y un médico crearon la organización sin fines de lucro Dor Yeshorim en Nueva York. En ella se ofrecía a los askenazis la posibilidad de someterse a pruebas genéticas prenupciales a fin de evitar la unión entre portadores de una afección grave. La razón es muy sencilla: sólo en Israel, Reino Unido y Nueva York (lugares con predominancia de judíos), alrededor de 70 mil personas se han sometido al test de Tay-Sachs y otras enfermedades como la mucoviscidosis (fibrosis quística del páncreas).
Se trata de una enfermedad que llega como defecto genético causando la muerte lenta y dolorosa en los cinco primeros años del niño. Desde entonces, esta pequeña guía eugenésica positiva ha permitido que en Israel no haya nacido ningún niño aquejado de la enfermedad de Tay-Sachs en el seno de la comunidad askenazi ultraortodoxa.
En Chipre se aprobó un programa de exploración prenatal destinado a reducir la incidencia de la talasemia, un tipo de anemia hereditaria cuyo cuadro clínico puede llevar desde anomalías difíciles de detectar hasta anemia grave y cuadros de enfermedad terminal. Desde la implantación del programa se ha reducido el porcentaje de niños con esta enfermedad a casi 0.
Todos estos ejemplos no dejan de tener ciertos lazos con la idea original de la eugenesia, la propuesta antes de que fuera corrompida y totalmente distorsionada. Con estos avances en la mano la realidad ya no es blanca o negra. Y es posible que sea cuestión de tiempo hasta que los avances en la ingeniería genética pongan a nuestro alcance el botón para la creación de bebés diseñados y a la carta.
Entonces será el momento de abrir de nuevo el debate.
Y entonces quizás también, sea el momento de volver a leer los libros de historia.