El problema es que, a diferencia de la televisión, en YouTube no hay leyes que decidan cuántas horas puede trabajar un niño tan joven como Ryan. La responsabilidad de que el proceso no entre en el terreno de la explotación infantil recae sobre los padres, y en el caso de Ryan parecen tener la cabeza bien amueblada. Aseguran que todo empezó cuando su hijo se puso delante de la cámara imitando a otros niños youtubers, y ahora que es una estrella de YouTube intentan limitar su horario para que tenga una vida normal.

Su madre explicó a TubeFilter: “Publicamos un nuevo vídeo todos los días, y normalmente grabados de dos a tres vídeos del tirón dos o tres veces por semana. Tratamos de no interferir con el horario preescolar de Ryan, por lo que la mayor parte de las grabaciones tienen lugar durante el fin de semana, y luego editamos mientras está en la escuela”.

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Pero Ryan también aparece delante de las cámaras, incluso cuando está enfermo, en el canal secundario de la familia, con vlogs sobre su vida cotidiana. Y es que no es fácil decidir si en estos vídeos, seguidos por millones de personas, Ryan está trabajando o documentando su vida, que a simple vista parece de lo más normal y feliz. “Si pudieras asegurar el futuro financiero de tus hijos simplemente jugando con ellos ante la cámara, ¿acaso no lo harías?”, se preguntan en The Verge.