
No es la primera vez que hablamos por aquí de las gambas mantis. Esta fascinante familia de crustáceos tienen una forma de ataque consistente en golpear con sus pinzas delanteras. Ese puñetazo es tan potente que su aceleración equivale a la de una bala del calibre 22.
Diferentes mediciones han establecido la fuerza del puñetazo en alrededor de 15.000 Newtons, o lo que es lo mismo, 2.500 veces el peso de la propia gamba. Es más que suficiente como para romper cristal o destrozar el caparazón de un cangrejo o una gamba rival. Dentro del agua, la velocidad a la que se mueve la pinza crea una burbuja de aire que implosiona en un fenómeno conocido como cavitación.
El puñetazo es peligroso incluso para los seres humanos. Los encuentros entre gambas mantis y personas son muy raros, pero los buceadores y pescadores alertan de que estos animalitos no deben ser manipulados nunca con las manos, porque su puñetazo es más que suficiente como para romperte huesos o arrancarte un dedo.
Un pescador que responde al nombre de Mr. Markus en YouTube lo ha comprobado en persona. Markus pescó una gamba mantis y el crustáceo se revolvió mientras lo sacaba del sedal. El ataque atravesó la bota de neopreno del pescador y le hizo una profunda herida en el pie que hace honor al apelativo de gamba-pistola que reciben estos animales.
Markus se toma el incidente con humor, pero no puedo evitar pensar en que deja la gamba suelta sobre el kayak demasiado cerca de su entrepierna como para resultar una situación confortable. Por fortuna no hubo que lamentar más ataques. Las posibilidades de que una gamba mantis te mate a puñetazos son remotas a menos que un supervillano de película de James Bond te ponga una en la sién.
El mayor peligro que revisten las gambas mantis para los seres humanos es que te comas una y seas alérgico al marisco o esté contaminada con metales pesados y otras sustancias peligrosas por vivir en aguas contaminadas. Las gambas mantis son muy populares en la cocina japonesa, la vietnamita o la cantonesa, entre otras. Se pueden conservar en cautividad, pero no son muy apreciadas como mascotas por su notoria capacidad para evadir los intentos de captura una vez se establecen, y porque son voraces depredadores que atacan a todos los demás habitantes del acuario. Pese a su nombre, no están emparentadas ni con las gambas, ni con las mantis. Pertenece a una clase de cangrejos emparentada, por ejemplo, con los apetitosos bueyes de mar.