Cuando abres una cuenta en Internet, ya sea de correo o en una red social, la contraseña es fundamental. Si a ese nivel uno tiene cuidado con la elección, nos podemos imaginar el de la nación más poderosa del mundo activando los códigos y contraseñas que activan sus “armas de destrucción masiva”, ¿verdad?
La historia comenzó a principios de 1962, momento en el que Kennedy firma el conocido como National Security Action Memorandum 160. El mismo debía asegurar que cada arma nuclear de Estados Unidos estuviera equipada con el denominado Permissive Action Link (PAL). En esencia, un pequeño dispositivo que aseguraba que el misil en cuestión sólo pudiera ser lanzado bajo un código (o contraseña) correcto junto a la previa autorización del presidente.
Pensemos que ocurrió en pleno apogeo de la Guerra Fría, el ejército de Estados Unidos dio prioridad máxima a todo aquello que suponía adelantarse y tener una respuesta rápida sobre un posible ataque.
Además, existía una preocupación particular sobre los misiles nucleares que Estados Unidos había colocado en otros países, algunos de los cuales se encontraban bajo el mandato de gobiernos algo inestables para los intereses del país. Visto desde la perspectiva estadounidense, estos países tenían el potencial de ser aprovechados para atacarles. Sin embargo, con el sistema PAL esto debía dejar de ser una preocupación.
Había otro problema. Más allá de la posible incautación de sus armas en el extranjero, también existía el problema de que muchos comandantes estadounidenses podían lanzar armas nucleares bajo su control en cualquier momento. Dicho de otra forma, con que a un solo oficial al mando se le fuera la cabeza, podía ser el comienzo de una nueva guerra mundial.
El sistema PAL debía ser la “criptonita” de todos los miedos de Estados Unidos. De hecho, se suponía que estaría a prueba de todo, un nivel de seguridad nunca visto antes del que sólo unas pocas personas con las contraseñas correctas podrían activar las armas nucleares y lanzar los misiles más devastadores del planeta.
Sin embargo, aunque los dispositivos debían instalarse en todos los misiles nucleares después de que el presidente emitiera su aprobación, los militares tardaron más de lo previsto. Tanto, que 20 años después de que Kennedy ordenase la instalación de los sistema PAL en cada dispositivo nuclear, la mitad de los misiles en Europa todavía estaban protegidos por simples cerraduras mecánicas. Peor aún, la mayoría de los que tenían el nuevo sistema no fueron activados hasta 1977.
Los misiles de Estados Unidos que habían sido equipados con los dispositivos, como los LGM-30 Minuteman, fueron instalados bajo el estrecho escrutinio de Robert McNamara, el Secretario de Defensa de JFK. Se trataba de 50 misiles nucleares del tipo ICBM de lanzamiento terrestre. Además de la cabeza nuclear, estos misiles llevaban sistemas de mejora de penetración como bombas de fragmentación y señuelos.
Sin embargo, una parte de las fuerzas aéreas resentía de la presencia de McNamara. ¿Qué ocurrió? Que tras la instalación en el arsenal ICBM de Estados Unidos, los generales de las fuerzas aéreas cambiaron casi inmediatamente los códigos PAL a la contraseña “00000000” para asegurarse de que los misiles estuvieran listos para usarse, independientemente de si el presidente estaba disponible para dar la autorización.
La película de miedo no acabó aquí. En caso de que realmente se olvidaran del código, este se escribió a mano en una lista de control entregada a los soldados. Por tanto, el sencillo código que todos sabían garantizaba el uso en cualquier momento.
En definitiva, durante casi 20 años hicieron todo lo posible porque el lanzamiento de un misil nuclear fuera lo más fácil y rápido posible. Incluyendo en la ecuación que los soldados tuvieran acceso directo al arsenal nuclear con el, ridículo y extravagante, código de los 8 ceros. [Wikipedia, ArsTechnica, The Guardian]