
Apenas dos meses después de estrenar un remake colorido, aunque extraño, de Aladdin, Disney apuesta completamente por lo seguro con El Rey León. Temeroso de cambiar incluso un solo pelo en la cabeza fotorrealista de Simba, el director Jon Favreau le cuenta a la audiencia exactamente la misma historia que vieron en 1994, haciendo los menores cambios posibles para evitar críticas negativas. A pesar del sentimiento de estar ante un refrito, el asombroso hiperrealismo de los animales y los escenarios, junto a un dúo de personajes cómicos que se lucen, ayudan a El Rey León a conservar cierta frescura que vale la pena experimentar.
El Rey León cuenta la historia de Simba (interpretada por Donald Glover como adulto, y por J.D. McCray como niño), quien desde que es un cachorro es preparado para ser rey por su padre Mufasa (James Earl Jones). Cuando Mufasa muere a manos de su malvado hermano Scar (Chiwetel Ejiofor), se culpa a Simba y el príncipe huye. Para restablecer la paz en las tierras del orgullo, Simba debe dejar atrás el pasado y encontrar la fuerza interior que necesita para tomar su lugar como rey.
Desde que Disney dio inicio a su meta de rehacer como películas de imagen real (o animación realista, en algunos casos) casi todas sus películas animadas de la era del Renacimiento del estudio, muchos se han preguntado, ¿para qué lo hacen, cuál es el objetivo? ¿Acaso la meta es mejorar estas películas con tecnología que no existía a principios de los 90? ¿Quieren dar más profundidad a los personajes marginados? ¿Mejorar la diversidad? Quizás es algo tan sencillo como “recordar a la audiencia por qué las amaron“. El Rey León es una de las películas más populares de Disney, por lo que pareciera que no deseaban otra cosa que atraer a nuevos fans que, por alguna razón, podrían negarse a ver el film original de 1994. En este remake se acredita a Jeff Nathanson como guionista, pero casi el 95% del guión de la versión original se ha dejado exactamente igual.
Algunos momentos son diferentes, extendiendo ciertas escenas o el desarrollo de algunos personajes, pero son pocos y están muy poco desarrollados. Una trama secundaria para la hiena Shenzi (interpretada de manera amenazadora por Florence Kasumba, de Black Panther), que involucra una guerra entre hienas y leones, al final no llega a ninguna parte, lo que es una pena porque esta vez las hienas no son presentadas como soldados fascistas obedientes sin inteligencia propia; en cambio, son una comunidad marginada molesta por el dominio de los leones sobre las tierras que deberían ser suyas. Es una oportunidad perdida para dar mayor profundidad a un trío de personajes que originalmente no tenía contexto ni historia. Es comprensible que el estudio haya querido evitar las comparaciones políticas, pero al convertir a las hienas en un grupo marginado y explotado, habría sido fascinante para el guión tocar más esos temas. Sin embargo, la película necesitaba seguir tanto los momentos y acontecimientos del film original, que deja sin resolución la historia de las hienas.

Pareciera que la mentalidad de la película dijera algo como “¿a quién le importa realmente la historia, cuando la tecnología es tan asombrosa?” Como explicó Favreau en el estreno, en la nueva versión de El Rey León usaron casi todas las tecnologías de vanguardia, incluyendo realidad virtual, y el resultado es la película de este tipo más fotorrealista que jamás ha existido, superando incluso lo que Favreau hizo con su anterior remake de Disney, El libro de la selva. Y es que Baloo se veía real, pero Simba parece estar listo para saltar fuera de la pantalla hacia la audiencia. Independientemente de su contenido y desarrollo, El Rey León es la película más hermosa realizada en los últimos 20 años. En ocasiones, no sientes que estás viendo una historia de ficción, sino uno de los muchos documentales de la naturaleza de Disney o la BBC. Los personajes parecen leones reales, lo que es un espectáculo digno de contemplar, pero también tiene la desventaja de evitar que sea posible detallar las diferencias entre los personajes. Por ejemplo, las leonas hembras son casi imposibles de distinguir, y solo hay dos de importancia.
Dicho esto, tanto Alfre Woodard como Beyoncé Knowles-Carter tienen voces fantásticas para esta película, aunque como todos los demás personajes leones, son planos, carecen de afecto y tienen poco que hacer. Con Disney haciendo dando vida a personajes femeninos interesantes en trabajos anteriores, es extraño que Nala y Sarabi se sientan como personajes de fondo. Se menciona que Sarabi hizo algo importante, pero nunca lo vemos, y fuera de un momento extendido, Nala es lo mismo que su personaje en la película animada. Incluso el enfrentamiento entre Shenzi y Nala no está lo suficientemente desarrollado como para darle una sensación de peso.
A diferencia de la película original, donde las actuaciones vocales de los actores eran temerarias y memorables (realmente actuaban, independientemente de si estaban ante una cámara), aquí todo el mundo parece tener una manera de hablar que se siente básica. Esto se nota mucho con el Star de Ejiofer. En el pasado quedó la fantástica teatralidad de la actuación de Jeremy Irons, reemplazada por poco más que un villano básico. Ejiofor tiene una voz encantadora, pero está muy silenciada. Y el hecho de que la escena de la canción “Está preparado” se modifica radicalmente (dos estrofas de palabras habladas no forman una canción) deja a Scar neutralizada. Es una reminiscencia del musical de Broadway, pero ¿por qué hacer eso en el momento en que se emplea el escenario musical? En lo que respecta a Donald Glover, parece que su personaje ha perdido mucho diálogo. Si no supieras que él era el protagonista de la versión original, no lo habrías notado en la nueva película.

Quienes se roban el espectáculo son Timón de Billy Eichner y Pumba de Seth Rogen, lo cual no es de extrañar, dado que sus personajes son los que más se distancian del material de origen. Mientras que los otros actores deben decir casi todo el diálogo de la película original, Eichner y Rogen parecen estar improvisando y conversando entre ellos, lo que tiene un resultado hilarante. Ellos son el mejor ejemplo de aquello en lo que la película debería haberse centrado: personajes familiares con un toque más moderno (tecnología aparte). A pesar de que Timón y Pumba no son tan diferentes a los de la película del 94, su humor es original. Además, Eichner canta y se adentra en los corazones del público a través de un Timón que es tan ingenioso que querrás volver a verlo.
Si el objetivo no era juzgar a una película por su predecesor, entonces crear un remake repitiendo todas las escenas y tomas es contradictorio. Si recuerdas mucho de la película de 1994, compararás cada línea de diálogo con la forma en que se habló en la original, analizando cómo trabajan los artistas con el material en el remake, en comparación con hace 25 años. El Rey León en realidad no quiere ser comparado, pero tampoco quiere valerse por sí solo. Para bien o para mal, los remakes como Aladdin y La Bella y la Bestia intentaron inyectar nuevas tramas y personajes para separarlos de sus versiones originales. Incluso Cenicienta fue fiel al cuento de hadas original pero diferente de su película. El Rey León no quiere cambiar; quiere recordarte la versión de 1994 y hacerla más bonita visualmente.
El Rey León es una película extremadamente hermosa y digna de ser vista en la pantalla más grande posible, pero al igual que algunos de los últimos remakes de Disney, no puede evitar sentirse completamente innecesaria. Sin embargo, Eichner y Rogen valen el precio de ir a verla, y las familias que hayan desgastado sus copias en VHS y DVD sin duda querrán volver a vivir esta experiencia.