Los populares abetos de Navidad son una tradición arraigada en muchos países del mundo. Si eres de los que compran un pino natural, quizá te interese saber que a bordo de ese entrañable adorno para tu hogar estás metiendo en tu casa unos cuantos polizones: alrededor de 25.000 por abeto.
La cifra no debería de resultar tan sorprendente. Independientemente de si lo han talado o llega con la raíz para poder transplantarlo al acabar las fiestas, un abeto es una planta viva que hace unas semanas estaba tranquilamente en el monte, no en un laboratorio aislado del exterior.
¿De qué clase de bichos estamos hablando? La lista incluye de todo, desde áfidos (lo que normalmente conocemos como pulgones), hasta pequeñas arañas y ácaros, parásitos de la planta como las cochinillas, moscas de sierra, escarabajos de la madera y hasta Mantis religiosas. Es muy improbable que una mantis o una araña adultas sobrevivan en un abeto preparado para la venta, pero a veces los árboles tienen ootecas (sacos de huevos) de estos insectos que eclosionan con el calor del hogar liberando miles de crías.
No eches mano todavía del lanzallamas o del bote de aerosol, la compañía de control de plagas Safer Brand recomienda no fumigar el árbol porque la mayor parte de pesticidas solo sirven para hacer que el abeto sea más inflamable. Tampoco es buena idea sacudir el árbol ni lavarlo. Con ello solo lograremos dañarlo.
En realidad, la gran mayoría de los insectos que nos llegan en el abeto no se diferencian mucho de los que ya viven en las plantas que cultivamos en macetas. Son completamente inofensivos para el ser humano. Si pese a todo necesitas reducir la población de bichos del pino antes de decorarlo para dormir tranquilo, solo tienes que ponerlo sobre una sábana o plástico y dejarlo un par de días dentro de casa. La mayor parte de los insectos no soportan el calor del hogar y mueren en pocas horas antes siquiera de que puedan abandonar el árbol para explorar nuestros dominios. [NY Daily News]