Un pequeño paso para el pollo, pero un gran paso para la humanidad. Nuestra especie ha dado el salto tecnológico que hará que los extraterrestres por fin nos tengan en cuenta y quiten los carteles de cuarentena que pusieron en la nube de Oort. Adiós era del átomo. Bienvenidos a la era del pollo cocinado a bofetadas.
La historia de esta gesta se remonta a nada menos que a 1987. Aquél año, un grupo de investigadores de la Universidad de Ohio se hizo la pregunta que lo cambiaría todo, nuestro billete de ida hacia el estatus de especie interestelar que tanto nos merecemos: ¿Se puede cocinar un pollo a bofetadas?
Hoy, 33 años más tarde, el YouTuber Louis Weisz ha hecho historia elevando la temperatura de un pollo de manera constante por encima de los 60 grados y causando su inevitable cocción. Los microondas parecen algo tan del siglo pasado ahora mismo que uno no puede sentir sino vértigo ante las puertas que la máquina Weisz abre para el futuro de nuestra especie. Las bofeterías de pollos son solo el principio.

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Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Los cálculos preliminares de los científicos eran desalentadores. Para cocinar un pollo a bofetadas debíamos ejecutar una única bofetada a una velocidad de 1.665 metros por segundo (unos 5.996 kilómetros por hora). Lamentablemente esto implicaba la desintegración del pollo y de la mano, así que los investigadores procedieron a deconstruir esa bofetada primigenia en unas no menos complicadas 23.034 bofetadas normales ( o 7,2 bofetadas de pelotari vasco).
Tras meses de duro trabajo Louis Weisz ha logrado desarrollar una máquina que emplea, atención al dato, una cámara aislante de material flexible (los técnicos la conocen como “bolsa”) para evitar la pérdida de calor entre bofetada y bofetada. Precisos sensores en esta cámara se encargan de medir la temperatura y la cantidad de bofetadas, algo especialmente importante si en el futuro queremos diseñar un bofetómetro amistoso con el usuario. “Para el pavo lo mejor es poner La Slap Cooker a 232.000 bofetadas. Así queda churruscadito por fuera”, recomendarán los cocineros en el año 2100.
El vídeo de Weisz se salda con datos muy interesantes. Hace falta una media de 135.000 bofetadas y entre 6 y 8 horas para cocinar un pollo a bofetadas. La máquina consume 7.500 vatios por hora, que es bastante más de lo que consume un horno convencional (2.000-3.000 vatios por hora). Este detalle es lo de menos. Las instalaciones de minería de criptomonedas consumen mucho más y son el futuro de las finanzas.
¿Qué hay de malo en acaparar todas las tarjetas gráficas del mercado y ponerlas a consumir ingentes cantidades de vatios para resolver Sudokus cada vez más complejos que cotizan de forma creciente en un mercado endogámico? Absolutamente nada, y si no ves lo visionaria que es la idea igual es que estás mayor o no has fumado los suficientes porros. Pues aquí es igual. Pagar el pollo cocinado a bofetadas con un NFT con la cara de Elon Musk. ¡What a Time to be Alive!