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Lo de poner una cucharilla en la botella de champán para que no se le vaya el gas es un mito

Si quieres que no se le vayan las burbujas compra un buen tapón para espumosos.

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Imagen para el artículo titulado Lo de poner una cucharilla en la botella de champán para que no se le vaya el gas es un mito
Foto: Carlos Zahumenszky / Gizmodo

Probablemente hayas oído antes el truco. Si tienes una botella de vino espumoso (sea champán, cava, prosecco o cualquier otra variedad) abierta y no te la vas a beber entera solo tienes que introducir una cucharilla boca abajo en el cuello de la botella para evitar que pierda las burbujas. Si sospechabas que el truco no tiene ningún fundamento vas por buen camino. No funciona.

Hasta hay quien dice que, para que funcione correctamente, la cucharilla tiene que ser de plata, lo que tiene aún menos sentido. No se sabe a ciencia cierta cómo se inició esta leyenda urbana, pero cada año resurge con fuerza en cenas familiares con motivo del mayor consumo de espumosos en estas fiestas.

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El caso es que el mito lleva siendo un mito desde que un grupo de científicos publicara un estudio titulado El mito de la cucharilla (Le mythe de la petite cuillère) en Le Vigneron Champenois en 1994, pero aparentemente no todo el mundo se hizo eco de aquella investigación.

En aquel estudio, los investigadores abrieron dos botellas de champagne y las vaciaron hasta dejar 500 mililitros en una, y 250 en otra. A continuación taparon ambos recipientes con una cucharilla de acero y los almacenaron durante 48 horas en una nevera a 12 grados. Luego repitieron el experimento con una cucharilla de plata, con un tapón hermético profesional como el que puedes comprar por aquí (es solo un ejemplo, hay decenas de modelos), y con una chapa de corona hermética como las que se usan en los botellines de cerveza, y midieron la presión interna de cada botella antes y después del experimento. Para más seguridad, repitieron cada una de las cuatro pruebas tres veces.

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Una botella de champán sin abrir tiene una presión de alrededor de 6 atmósferas. Una vez abierta y servida la bebida hasta dejar 500ml, la presión del líquido disminuye a 4 atmósferas. Con 250ml, la presión es de solo 2 atmósferas.

Tras 48 horas en la nevera, el champán “protegido” con la proverbial cucharilla perdió un 50% de la presión que le quedaba, lo que se traduce en una pérdida importante de burbujas. Las botellas con tapón o chapa perdieron solo el 10% de su presión. Es más, midiendo el peso del líquido, la pérdida de presión (y de gas) con la botella con una cucharilla es similar a la que se produce en una botella abierta sin ningún tipo de protección, lo que definitivamente pone al truco de la cucharilla en la categoría de mito. Al decantar el champán de cada una de las botellas, los investigadores también observaron una concentración de burbujas muy superior en las botellas correctamente tapadas para su conservación.

Lo que sí ayuda, aparte de un buen tapón que cierre herméticamente, es mantener la botella abierta en la nevera. El dióxido de carbono que forma las burbujas es más soluble a bajas temperaturas, por lo que mantener la botella fría ayuda en cierta medida. Con todo, la mejor manera de evitar que una botella de champán pierda burbujas es bebérsela del tirón. Para asegurar que el champán en la copa retiene la máxima cantidad de gas posible hay que servirlo con la copa inclinada, algo que ya demostró el investigador Gérard Liger-Belair en su libro Uncorked: The Science of Champagne. [vía The Conversation]