
Los nuevos datos recabados por los los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) señalan una de las muchas consecuencias de la pandemia de covid-19: un aumento preocupante de las infecciones por superbacterias que son resistentes a los medicamentos. Durante el primer año de la pandemia, el número de infecciones resistentes y de muertos en hospitales de Estados Unidos volvió a dispararse, revirtiendo lo que había sido una tendencia a la baja realmente prometedora. De hecho, el parón en la recopilación de datos con motivo de la pandemia también ha dificultado el seguimiento de la propagación de superbacterias, como por ejemplo, la gonorrea.
El informe especial de los CDC es el primero de la agencia desde 2019 que ha medido el número de víctimas y la amenaza de las infecciones resistentes a los medicamentos. En 2020, según el informe, hubo al menos un aumento del 15% con respecto al año anterior, tanto en infecciones resistentes adquiridas en hospitales como en muertos. Pero el aumento fue aún mayor con ciertas infecciones, como un aumento del 78% de los casos causados por Acinetobacter resistentes a los carbapenems. En general, la tasa de nuevos casos aumentó en cuatro de los seis principales tipos de infecciones. Y más de 29.000 estadounidenses murieron a causa de patógenos resistentes a los medicamentos, mientras que casi el 40% de estas infecciones fatales se contrajeron dentro de un hospital.
Sin embargo, incluso estos números subestiman el problema, ya que los CDC no pudieron recopilar datos fiables de casi la mitad de las 18 superbacterias que están siguiendo con mayor atención, que a menudo se propagan fuera de los hospitales y otros entornos de atención médica. Entre estas infecciones se encuentran la Clostridioides difficile (C. diff), el Campylobacter, la Salmonella no tifoidea y la gonorrea, una de las ETS más comunes. Otros estudios han demostrado que los casos de gonorrea, ya sea resistente o no a los antibióticos, han aumentado en los últimos años.
“Este informe realmente confirma lo que estudios y datos anteriores habían sugerido que estaba sucediendo durante la pandemia. Pero creo que fue especialmente reveladora la propia magnitud de los aumentos”, dijo a Gizmodo David Hyun, director del proyecto de resistencia a los antibióticos de The Pew Charitable Trusts.
El informe señala varias razones por las que estamos perdiendo terreno frente a estas infecciones a nivel global.
Muchos hospitales se han visto al límite durante la pandemia, por ejemplo, lo que dificulta que los trabajadores sanitarios tengan cuidado para recetar antibióticos solo cuando es estrictamente necesario. Un ejemplo claro de esto es que a los pacientes sospechosos de covid-19 se les han administrado antibióticos de forma rutinaria, a pesar de que estos medicamentos solo están indicados para matar bacterias, no virus. Es posible que los hospitales atestados de pacientes gravemente enfermos también hayan hecho que las infecciones resistentes se propagasen más rápido de lo normal, como las causadas por la Candida auris. Otras personas enfermas que estaban en sus casas también han podido tardar más tiempo en recibir atención médica, permitiendo que su infección empeore y que se propagase a otros. Y los programas dedicados a monitorizar infecciones resistentes han visto como se reducía su financiación con el desvío de recursos para paliar la pandemia.
Se cree que esta tendencia ha ido mejorando desde 2020, dijo Hyun. Si bien la pandemia no ha terminado, las vacunas y los tratamientos contra la covid-19 han reducido el riesgo de la enfermedad y han descongestionado los hospitales. Hyun sin embargo advierte que debemos hacer aún más cosas para frenar estas infecciones resistentes, y que simplemente buscar restaurar el status quo anterior a la pandemia no será suficiente para evitar que estos patógenos comunes se vuelvan intratables.
“El mensaje general es que necesitamos construir una salud pública y una infraestructura de atención médica que pueda ayudar a mitigar y abordar nuevamente las infecciones resistentes a los antibióticos. Si algo ha demostrado esta pandemia es que el sistema anterior no era suficiente bueno para sobrevivir a un estrés semejante”.