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Los ingeniosos trucos de diseño que usaban las carátulas de vídeo de los 80 para manipularnos en el videoclub

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Es fácil caer en esa frase de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero si hablamos de arte y VHS hay que reconocer que los 80 fueron la edad de oro de la carátula. Los diseñadores de aquella época usaban trucos de diseño muy efectivos para llamar la atención en el videoclub. Muchos se siguen usando hoy.

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La palma del diseño pensado para meterse en la cabeza del espectador y revolverle las tripas eran las carátulas de cine de horror. Vaya por delante que en los 80 no había tantos reparos a la hora de mostrar escenas de violencia muy explícitas y los diseñadores tenían aún menos reparos en llevar esas escenas a la portada del VHS.

No obstante, no se puede echar toda la culpa a la película. El diseño de estas carátulas es el ejemplo perfecto del método AIDA (Attention, Interest, Desire, Action). El método se remonta al siglo XIX y su veteranía no ha hecho que pierda validez. En esencia, AIDA estipula que la publicidad debe seguir una serie de pasos que inciten al consumidor a elegir el producto. Este genial vídeo de Entertain The Elk repasa esos pasos.

Atención

El primero de esos pasos es llamar la atención. En un mercado como el de los 80 en el que los videoclubes estaban inundados con cientos de películas, el género de horror se diferenciaba con una única imagen fuerte en portada. Nada de collages, mezclas o mosaicos. Solo una imagen. El fondo solía ser negro con detalles de color que remarcan el contenido, como las manchas rojo sangre. La clave era destacar visualmente en la estantería.

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Interés

El segundo punto del método AIDA es el interés. Todas las carátulas del cine de horror de la época juegan con una imagen del film que no deja del todo claro de qué va la película. Tratan de despertar la curiosidad del espectador. A veces se trata solo del contraste entre un elemento cotidiano con uno terrorífico. A veces juegan con la ironía. La cuestión es llevar al espectador a la tercera etapa:

Deseo

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La carátula ha logrado que nos paremos, la seleccionemos y la examinemos detenidamente. Aquí es cuando la sinopsis cobra especial importancia. A menudo se apoya en frase de la crítica o en pequeñas frases estilo slogan que tratan de implicar al espectador. Las escenas para la parte posterior también deben seleccionarse cuidadosamente. No es raro encontrar alguna referencia sexual o humor. En los 80 los aficionados al horror buscaban explorar los límites de lo socialmente aceptable. Las carátulas jugaban a ofrecer esos límites, y la falta de legislación hizo que algunas fueran especialmente truculentas.

Acción

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El empujoncito final para que el espectador se llevara la película a casa podía llegar de diversas maneras. A veces las carátulas incluían alusiones directas al espectador del estilo de “Tienes que verlo para creerlo”. Otras llevaban las etiquetas de censura y prohibición como un estandarte.

Resulta curioso que todos estos trucos no funcionan tan bien en los actuales servicios digitales en los que hacemos scroll por un mar de portadas para seleccionar qué ver. La experiencia ha cambiado mucho, y el sistema AIDA no es tan efectivo en la portada de un televisor. [vía Entertain The Elk]