
Las granjas solares son una parte crucial hacia un futuro de electricidad libre de emisiones de carbono, pero lo cierto es que aún no tenemos del todo claro cómo afectan al ecosistema estas grandes extensiones de cristal negro que jalonan cada vez más campos. El último dato al respecto es preocupante: los murciélagos no se acercan a ellas.
Un reciente estudio realizado por científicos de la Universidad de Bristol ha servido para descubrir que la actividad de estos pequeños mamíferos es sustancialmente menor en las zonas en las que hay granjas solares que en otras. Para comprobar este punto, los investigadores liderados por el biólogo Gareth Jones instalaron micrófonos ultrasensibles en 19 terrenos con paneles solares y en otros tantos terrenos colindantes virtualmente idénticos en todo salvo en que carecían de paneles fotovoltaicos. Los micrófonos permitieron registrar los chillidos ultrasónicos que las diferentes especies de murciélagos de la zona emiten para orientarse y cazar, así como sus idas y venidas en los cielos nocturnos.
Los datos de esas grabaciones y sus resultados recogidos por Jones en un artículo de The Conversation revelan una tendencia clara: independientemente de la especie a la que pertenecen, los murciélagos se mantienen alejados de las granjas solares. La actividad de los mamíferos voladores cae un 40% en las zonas periféricas de los terrenos con paneles solares y hasta un 86% en su centro.
La pregunta es ¿por qué? y no tiene una respuesta clara. No es la primera vez que se registran conflictos entre murciélagos e instalaciones generadoras de energía. Se estima, por ejemplo, que las palas de los generadores eólicos ya han matado a más de 888.000 murciélagos solo en Estados Unidos. Sin embargo, las placas solares no son objetos móviles y no presentan un riesgo inmediato para su vuelo. Los autores del estudio barajan dos hipótesis. La primera es que las granjas solares, al contar con menos vegetación, ofrecen también una menor población de los insectos voladores de los que se alimentan los murciélagos.
La segunda hipótesis es más intrigante. Podría suceder que los paneles reflejen los ultrasonidos que emiten los animales en ángulos que dificulten o interfieran con su orientación. Eso haría que sobrevolar estas zonas sea estresante o directamente difícil para ellos.
Las superficies lisas tienden a ser también un peligro para los murciélagos porque a menudo hacen rebotar los ultrasonidos que emiten en ángulos raros y los animales no perciben su presencia y chocan contra ellas. Sin embargo el ángulo de los paneles y su posición no avala mucho esta teoría.
La solución más sencilla al problema probablemente sea plantar árboles o vegetación entre los paneles que permita aumentar la población de insectos y mejorar el hábitat circundante sin disminuir la eficacia de las granjas, pero antes de eso hacen falta más estudios para determinar cuál es el motivo exacto por que el que los murciélagos las evitan.