¿Os acordáis de Ouya? ¡Sí, hombre! Aquella consola de sobremesa basada en el sistema operativo Android que amenazaba con desbancar a las mismísimas PlayStation y Xbox. Apenas han pasado dos años desde que salió por la puerta grande en Kickstarter, pero aquello ya es historia, y los creadores de la consola han decidido que es hora de empezar a cavar discretamente una tumba para aquella máquina supuestamente revolucionaria. (Actualizado: lo confirmamos en exclusiva.)
De gadget prodigio a saco de problemas
Lo de Ouya es un caso poco común. Al cierre de su campaña en la web de crowdfunding Kickstarter, en agosto de 2012, había recaudado la inaudita cantidad de 8.583.769 dólares gracias al respaldo de 63.303 inversores. Internet hervía de expectación y profecías sobre su éxito.
En diciembre de ese año, la consola llegó a sus primeros propietarios. Meses después salió a la venta a un precio de 99 dólares (129 dólares en su versión con 16GB de memoria). Los comienzos fueron difíciles, y la compañía cometió no pocos errores, desde el retraso en la entrega de las unidades en Kickstarter, hasta problemas técnicos con el mando, y terribles anuncios animados llenos de vómito (literalmente).
La propia fundadora de Ouya, Julie Uhrman, comentó esos errores y aseguró que la consola seguía adelante. Uhrman también había prometido lanzar nuevas versiones de hardware cada año, así que, en octubre de 2013, la compañía anunció Ouya 2.0. Aparte de adoptar los 16GB de la versión blanca de la Ouya original, de un mando mejorado, y de un firmware actualizado, la nueva consola era prácticamente idéntica a la anterior. Salió a la venta en enero de este mismo año.
Rivales
El lanzamiento de una consola basada en Android no tardó en ser imitado por otros fabricantes deseosos de hacerse un hueco en este prometedor mercado. El último y más importante ha sido la consola Mojo de Mad Catz. Salió a la venta en diciembre, y cuesta 249 dólares. Es un precio muy superior al de la Ouya, pero también tiene unas especificaciones más potentes, con procesador Nvidia Tegra 4, en vez de Tegra 3, y 2GB de RAM en vez de uno. Fuentes de Mad Catz nos han confirmado a Gizmodo en Español que, de hecho, la Mojo va a iniciar una campaña de ventas más agresiva bajando su precio a 199 dólares / euros.
La máquina de Mad Catz es la más potente, pero no es la única. Entre el resto de aspirantes se cuenta, por ejemplo, la Gamepop, una pequeña caja similar a Ouya que ofrece una tarifa plana de videojuegos por una cuota mensual. Otro rival que también se ha criado con éxito en Kickstarter es Gamestick.
El canto del cisne
Hace apenas unos días, Julie Uhrman hacia repaso de la trayectoria de la consola en el blog de la compañía y anunciaba, muy discretamente, el lanzamiento de una nueva plataforma llamada Ouya Everywhere. Aún hay pocos detalles pero, en esencia, se trata de una plataforma que permite ejecutar los contenidos y juegos exclusivos que se han desarrollado para Ouya en otros dispositivos Android, entre ellos la Mad Catz Mojo.
Uhrman comenta: "Queremos llevar la experiencia de Ouya a todos los jugadores estén donde estén, y aunque no nos compren la consola a nosotros. Somos gente abierta (en alusión a su software Open Source), así que ¿por qué encerrar Ouya en una caja?."
La frase de la CEO de Ouya es un incentivo a los miles de desarrolladores que trabajan en juegos para la consola, pero no deja de recordar mucho a otros casos del pasado como la extinta consola portátil Nokia N-Gage. Después de lanzar dos versiones sin éxito de aquél smartphone para videojuegos, la finlandesa anunció que N-Gage se convertía en plataforma de software. Tras un año tratando de monetizar ese salto, N-Gage pasó a mejor vida.
Por supuesto, aún no se ha certificado la muerte de Ouya como dispositivo. Ojalá nos equivoquemos, pero los indicios no pintan nada bien para esta máquina. Lo que demuestra, una vez más, lo difícil que es lanzar una consola si no se tienen los contactos adecuados entre las grandes compañías de videojuegos, y un colchón de muchos millones con los que amortiguar los problemas y pérdidas iniciales que siempre se presentan.