No había palabras cuando el mapa electoral de Estados Unidos de repente empezó a iluminarse de un brillante color rojo y no del azul esperado: era rojo de republicano, rojo del descartado Donald Trump. ¿Qué falló? ¿Por qué ganó el candidato republicano pese a los resultados de las encuestas?
La realidad es que no había palabras, literalmente, porque algunos de los medios de comunicación más respetados del país habían preparado artículos para la victoria de Hillary Clinton. No había nada para Trump, porque nadie se esperaba que ganara.
Se equivocaban.
La victoria del futuro presidente Trump en las elecciones estadounidenses ha sido una sorpresa para muchos pero, sobre todo, ha venido como un golpe para los modelos demográficos encargados de los sondeos. Demuestra que existe una desconexión entre los encargados de realizarlos, los medios y un parte muy importante del pueblo, la cual votó por Trump.
Mirando las elecciones desde New York o Washington, D.C., muchos medios suelen vivir en una burbuja. Escogieron no reconocer las señas, tal como la pasión y la lealtad inquebrantable de los partidarios de Trump, o los 15.000 votantes que salieron a verle en un pueblo pequeño de Carolina del Norte. Dependieron demasiado en los datos de los sondeos y no le dieron importancia a los votantes de Trump.
“Es difícil recordar mientras vives en Washington, D.C. que la mayoría de gente en América es blanca y que la mayoría de gente en América no tiene títulos universitarios” afirma a Gizmodo en Español un periodista para uno de los medios económicos más grandes del país, que no fue autorizado para hablar públicamente sobre el asunto.“Y que sus votos tienen por supuesto el mismo peso que los de todos” prosigue.
Cuenta que varios periódicos no tenían ningún artículo preparado si ganaba Trump pero todos tenían artículos listos para una victoria de Clinton.
“Sabíamos que teníamos problemas como a las 11 de la noche cuando los resultados de Florida y Carolina del Norte se anunciaron y que había una verdadera posibilidad de que Trump ganara. Forzó a todos a hacer pedazos las historias que creían que iban a escribir y empezar desde cero.”
Para un periodista, los datos son esenciales para poder entender una situación y para poder dar legitimidad a los resultados. ¿El problema? Los datos en estas elecciones, por parte de los medios, los demócratas y los republicanos, estaban todos mal.
Según RealClearPolitics, el día antes de las elecciones sondeos de Bloomberg, CBS News, FOX News, Reuters/Ipsos, ABC Wash Post Tracking, Economist y NBC News todos reportaban que Clinton ganaría por un margen de 2 a 6 puntos. La semana de las elecciones, el New York Times le daba a Trump una probabilidad de ganar de un 15%.
“Tras la inmensa base de pruebas de los sondeos, hablando con fuentes por ambos lados con acceso a simulaciones y datos internos, el consenso de mis compañeros del Beltway era que no había ninguna posibilidad de que Hillary perdiera” nos dice el periodista.
Según un sondeo de Edison Research los blancos constituyeron 70% del voto en las elecciones. 58% de este grupo votó por Trump. Los hombres blancos también salieron en fuerza, representando 34% de los votantes, 63% de ellos votaron por Trump. Blancos sin título universitario formaron 34% de los votantes, y el 67% votó por Trump.
“Había una creencia demasiado grande que las demográficas son el destino, y que las demográficas conducirían a cierto resultado” afirma el encuestador Geoff Garin a Politico “La realidad resultó ser muy diferente”
A demás, el error de los sondeos también ha creado cuestiones sobre el mismo proceso. La premisa de los sondeos se basa en qué votantes serán completamente honestos con completos desconocidos haciendo las preguntas. Las elecciones han demostrado que este proceso no siempre funciona.
La gran historia de hoy ha sido que Trump debe su victoria a la gente blanca de clase obrera que apareció en masa para apoyarle el día de las elecciones. Se sabía que Trump era fuerte con esta parte de la población, pero nunca se imaginó que tendría tanta fuerza. Clinton tenía a las minorías, a las élites y a gente con título universitario.
Aunque sea indisputable que muchos medios fueron y trataron de hablar con los votantes de Trump, también es relativamente cierto que ninguno les dio la legitimidad que debía. No eran parte de la élite, no fueron reflejados en los sondeos y nadie de verdad les escuchaba. Solo una persona lo hacía: Trump.
Medio mundo se despertó hoy con la sensación de haber estado equivocado pero el sentimiento no era nuevo, había ocurrido solo unas semanas atrás, con el acuerdo de paz en las FARC en Colombia. También unos meses antes, con el Brexit de Reino Unido. Un recordatorio, y una tarea pendiente, para la próxima vez que toque elaborar un modelo demográfico.