El año pasado, LG lanzó un ecosistema de módulos intercambiables para su G5. Le fue tan mal que no ha quedado ni rastro de ellos en el G6. Este año es Lenovo el que apuesta por un ecosistema de accesorios. Su idea no es perfecta, pero si hay algún camino a seguir en telefonía modular, desde luego es este.
¿Qué es lo que tienen los teléfonos modulares que hace que no acaben de despegar? El fracaso de Ara es especial porque sus ambiciones eran muy altas y al final no lograron cristalizarlas en un prototipo lo bastante sólido y asequible. El problema de LG, sin embargo, no era de estabilidad, sino de diseño. Al final, ha resultado que nadie se siente cómodo teniendo que desmontar toda la parte inferior de un smartphone tan caro como el G5 para sustituirla por otra previo traslado de batería.
El sistema modular del LG G5, aunque no estaba del todo mal rematado, daba sensación de fragilidad, de que puedes romper un conector o la batería si no insertas el componente bien. Tocabas el módulo una vez fijado y tenías la sospecha de que con el uso iba a bailar más que un abuelo en verbena.
La apuesta de Lenovo con los Motomods tiene una diferencia radical: no tiene partes móviles ni requiere que abramos el smartphone para nada. La parte posterior del smarphone simplemente tiene un par de enganches muy discretos en el borde y dos líneas de contactos para conectar ambos componentes.
En otras palabras, conectar el Moto Z a un Motomod es tan fácil como acercar una cara a la otra y hacer clic. Soltarlos también es sencillo. Basta apretar un pequeño botón en un lateral. Todos los módulos tienen su propia batería auxiliar, lo que es un detalle muy de agradecer en casos como el del proyector Insta-Share, que consumen mucha energía.
Una vez unidos, también se sienten sólidos. El mayor problema es que la parte de atrás del smartphone sin nada conectado es bastante fea y los acabados de los bordes no están muy pulidos ni son muy agradables al tacto. Existe un módulo que es una simple parte trasera monobloque en diferentes materiales, pero lo ideal sería que no hiciera falta.
Los módulos disponibles son:
- Insta-Share: es un proyector pico DLP de 50 lúmenes y ratio de contraste 400:1 que emite imágenes a una resolución de 854 x 480 píxeles. No es mucho, pero se ve bastante bien como para servir de soporte a una presentación o ver una película en una pantalla de hasta 70 pulgadas de diagonal.
- Incipio OffGrid: una batería auxiliar que añade 22 horas más de uso con el coste de aumentar el grosor del terminal 6,2mm y 79 gramos.
- JBL SoundBoost: añade al Moto Z dos altavoces de 3+3 vatios con una frecuencia de respuesta de 200 Hz a 20 kHz y hasta 80 decibelios.
- Hasselblad True Zoom: el mítico fabricante que puso las primeras cámaras en la Luna ha colaborado con Lenovo para crear un módulo de cámara con zoom óptico de 10 aumentos, 12 megapíxeles y flash de Xenon.
Los nombres de otras marcas no son casuales. El último acierto de Lenovo con los Moto mods es que haya sabido ganarse la colaboración de otros fabricantes para sus accesorios. A menos que se tenga un músculo empresarial como el de Samsung y una especial vocación por controlar todo el ecosistema, el futuro de ls teléfonos modulares pasa por lograr crear un estándar abierto en el que cualquiera con conocimientos de electrónica pueda crear un dispositivo capaz de integrarse tan fácilmente con el smartphone. Muy buen intento. Ojalá prospere.