
Un jugador profesional de Call of Duty especializado en tiros difíciles acaba de lograr uno especialmente complicado... en la vida real. Carl Riemer, ex-miembr do del clan FaZe tuvo la ocurrencia de sacar una pistola real durante uno de sus directos. Aparentemente, y para sorpresa del streamer, estaba cargada.
Riemer, que aparentemente estaba bebiendo alcohol, bromeó con la pistola en la mano y apretó el gatillo, momento en el que se disparó. El streamer pego un brinco y exclamó: “¡Me cago en Dios! ¡¿Qué cojones?! Juro por dios que pensaba que había vaciado el cargador”. La bala, por fortuna, no dañó nada vivo. Impactó en una lata de bebida energética y de ahí acabó incrustada en un monitor de la mesa contigua.
Al día siguiente, Twitch suspendió el canal de Riemer y SoaR Gaming, la organización de jugadores a la que pertenecía, le expulsó de sus filas. En su cuenta oficial de Twitter, SoaR explicaba: “No aprobamos las acciones de Carl en su livestream de la pasada noche, por lo que ha sido eliminado de la parrilla de jugadores de SoaR de forma inmediata”. En un vídeo publicado en Twitter y YouTube, el propio Riemer pidió disculpas y valoró lo sucedido:
La pasada noche cometí el error más grande de toda mi vida y me podía haber arruinado la vida. Podía haber herido a alguien. Podía haberme herido a mí mismo. Podía haber herido a alguna de mis mascotas. Es imperdonable. Tengo esa pistola desde hace dos años y nunca había pasado nada, pero bastan dos segundos de estupidez para arruinarlo todo, arruinar la vida de alguien o arruinarte a ti mismo. No hagáis nunca lo que yo hice.
Riemer estuvo explicando en YouTube a dónde fue a parar la bala y confesó que estaba borracho cuando la disparó. El streamer no sabe si la decisión de expulsarlo de Twitch será permanente, pero expresó su preocupación al respecto. Aunque tiene más de 800.000 suscriptores en YouTube, Riemer explicó que hace mucho que YouTube no le proporciona el suficiente dinero como para pagar las facturas. El streamer terminó disculpándose con RoaR y Twitch, a los que reconoció que habíán hecho lo que había que hacerse expulsándole. “He cometido un error muy muy estúpido. Todo lo que puedo decir es que lo siento y que me merezco cada gramo del castigo”.