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Svalbard, el lugar helado dónde almacenamos semillas en caso de desastre, registra temperaturas de 21,7 grados

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La bóveda de semillas de Svalbard, vista desde la montaña en la que se ubica.
La bóveda de semillas de Svalbard, vista desde la montaña en la que se ubica.
Foto: DANIEL SANNUM LAUTEN/AFP (Getty Images)

Svalbard es un remoto archipiélago de pequeñas islas llenas de osos polares. La más grande de ellas fue el lugar elegido para construir la bóveda del juicio final, un almacén subterráneo a temperaturas bajo cero en el que la humanidad guarda copias de sus semillas más preciadas. Fuera de este almacén, en la superficie de la isla, las temperaturas acaban de alcanzar un máximo histórico.

El Instituto Meteorológico noruego informaba esta semana de que las temperaturas han superado los 21,2 grados Celsius por segundo día consecutivo, con una máxima de 21,7 grados, la mayor nunca registrada en el archipiélago. Julio es el mes más cálido en Svalbard, pero el archipiélago está a apenas 1000 kilómetros del Polo Norte. En condiciones normales por estas mismas fechas “cálido” significa entre 5 y 8 grados Celsius.

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Ahora, y gracias al cambio climático, toda la región experimenta un aumento progresivo de las temperaturas con casos tan extremos como el de Siberia, que registró picos de 38 grados Celsius a mediados de julio en zonas justo al borde del Círculo Polar Ártico. Un reciente informe sobre el clima en Svalbard revela que entre 1971 y 2017 las temperaturas han subido una media de cinco grados con inviernos cada vez más templados. Si el calentamiento sigue a este ritmo, se espera que las temperaturas suban otros 7 o 10 grados de aquí a 2100.

De momento, el calor exterior no ha afectado a la bóveda del juicio final, pero es posible que, de mantenerse, obligue a actualizar la instalación como ocurrió en 2016 y 2017 después de que la entrada a la bóveda se inundara al derretirse el hielo del exterior.

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La ciencia recomienda mantener las semillas a una temperatura de 18 grados Celsius bajo cero para asegurar una conservación óptima a muy largo plazo. En Svalbard, esa temperatura se alcanza mediante un sistema de refrigeración artificial. Si el sistema falla, se supone que las cámaras de la bóveda aún tardarían semanas en alcanzar los tres grados bajo cero que tiene la roca de las paredes de la bóveda, pero esa temperatura ambiental depende del clima.

Hay dos razones por la que se eligió el archipiélago para albergar esta instalación. La primera era que la bóveda está en una montaña a 120 metros sobre el nivel del mar, lo que asegura que las semillas se mantengan siempre secas. La segunda razón es el permafrost que mantiene la roca del subsuelo a -3 grados. Si el permafrost termina por resentirse debido a las altas temperaturas, la bóveda necesitará más energía para mantenerse fría, lo que va en contra de su concepto, que es el de una instalación que no necesite mucha vigilancia y pueda mantenerse estable durante siglos. [Science Alert]