
El 7 de noviembre se inauguró en el aeropuerto de Leipzig/Halle, Alemania, una exposición sobre el Antonov An-225, el avión operativo de mayor envergadura y peso del mundo hasta su destrucción en la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. Durante la inauguración, el director general de Antonov, Eugene Gavrylov, anunció que la mítica aeronave sería reconstruida en un lugar secreto, aprovechando piezas en buen estado del avión bombardeado.
Al cabo de unas horas, Antonov dio detalles en sus redes sociales sobre esta futura reconstrucción. “Según el análisis de los expertos, alrededor del 30% de los componentes [del avión destruido y otro que nunca se llegó a terminar] se pueden usar para el segundo ejemplar”, escribió el fabricante ucraniano. “El coste de construir el avión se estima en al menos 500 millones de euros. Sin embargo, es demasiado pronto para hablar de una cantidad específica. Más información después de la victoria”.
Conocido como Mriya (“Sueño”), el Antonov-225 era un hito en la historia de la aviación. Considerado el avión más grande del mundo con una envergadura de 88 metros, no fue superado hasta el primer vuelo de la aeronave experimental Stratolaunch en 2019. Tenía un peso máximo de despegue de 640 toneladas, y ostentaba el récord de transporte de carga aérea con 189.980 kg en un solo vuelo.
Pero el Mriya no tenía una gran autonomía y solo podía hacer vuelos de 3500 km, un corto trayecto en comparación con los 15.200 km que alcanza un Airbus A380, el avión de pasajeros más grande del mundo. No en vano, el colosal Antonov fue diseñado para transportar los transbordadores espaciales Buran de la Unión Soviética, y solo hacía uno o dos viajes importantes por temporada antes de su destrucción (atrayendo, eso sí, todas las miradas).
Desde un punto de vista pragmático, es difícil justificar una inversión de 500 millones de euros para un avión que ya estaba de capa caída cuando fue bombardeado por las tropas rusas en el aeropuerto de Hostómel, cerca de Kiev. Pero para Ucrania se ha convertido en todo un símbolo que el país en guerra espera recuperar como una victoria más contra Putin.